
Los días 8 y 9 de marzo está teniendo lugar en Roma el Jubileo de los voluntarios, una peregrinación a la Ciudad Eterna que convoca a miles de personas de todo el mundo y a parte de esta gran Familia Teresiana.
Pero…¿Qué es ser voluntario/a? ¿Es, quizá, algo temporal, esporádico, a lo que dedicar el tiempo que me sobra y que podría emplear en mis cosas? ¿O es, acaso, algo más? ¿Algo que me configura, me construye y condiciona mi existencia? ¿Tiene algo que ver con mi relación con Dios?
“Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos, y que de Dios había salido y a Dios iba, se levantó de la cena, se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego echó agua en una jofaina y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.” (Jn 13, 3-9)
Lo cierto es que nada nos es más propio, más intrínsecamente genuino a los cristianos que el servicio, el abajamiento, el amor al prójimo. Fue lo que Jesús quiso subrayar cuando sabía que ya no le quedaba tiempo para más explicaciones ni parábolas. Lavar los pies y dejarse lavar. La humildad y valentía de amar y dejarse amar. Eso es ser voluntario.
El voluntariado es una forma de vida. Es recorrer el camino con los ojos abiertos, los oídos atentos, las manos extendidas y el corazón ensanchado a cada paso. Es vivir desde la gratuidad, desde el desbordamiento. El voluntariado, como el Amor, es excesivo por naturaleza; implica vivir superando lo que es “justo y necesario”. Hacer del voluntariado una forma de vida es entrar un poco más adentro para mirar un poco más lejos.
Ser voluntario/a es cuidar. Al que tengo al lado y al que tengo lejos. Es comprometerse, tomar opciones, incomodarse en pos de un mundo más humano, más fraterno, más justo. Ser voluntario/a es creer ardientemente que cada vida cuenta, que cada ser humano es reflejo de Dios y es único y valioso en sí mismo. Ser voluntario es apostar por la dignidad humana por encima de cualquier otra cosa. Ser voluntario/a es escuchar a otros y otras, crear redes, trabajar en conjunto, plantear estrategias. No es dar peces: es enseñar a pescar. Pero es, siempre, ser maestros y discípulos a la vez. Recibir dando y dar recibiendo. El voluntariado como estilo de vida humaniza y genera un círculo virtuoso de transformación.
Como Familia Teresiana de Enrique de Ossó nos unimos en acción de gracias por todos aquellos y aquellas que formáis parte de FundEO, FuEnTe, Fundación Educativa Teresiana, Red de Voluntariado de América… Y, por supuesto, gracias a tantísimas personas anónimas de todo el mundo que ponen su granito de arena para hacer de este mundo un lugar más humano y justo. A todos vosotros y vosotras: ¡GRACIAS!