
Querido Papa Francisco:
El 18 de junio de 2018, en una Audiencia General, decías a las miles de personas congregadas para escucharte que “la gratitud es un rasgo característico del corazón visitado por el Espíritu Santo”. Por eso queremos que esta carta sea el más profundo agradecimiento a un Pastor con olor a oveja que abrió su Iglesia a la presencia del Espíritu Santo para que hiciera lío…¡y vaya si lo ha hecho! Abriste la ventana al Espíritu y hoy nuestros corazones no pueden más que darte las gracias por ello.
¡Gracias, Francisco! Por ser el Papa de los sustantivos por encima de los adjetivos; el de gracias, perdón y permiso; el de no balconeen la vida; el de los santos de la puerta de al lado; el de la Iglesia en salida; el de Santa Marta y los zapatos negros; el de todos, todos, todos; el de la Iglesia no es una aduana ni una ONG y prefiero una Iglesia herida a una iglesia encerrada; el de la sinodalidad y los círculos de escucha; el de la cultura del descarte y la globalización de la indiferencia; el del sudario sin bolsillos y los jóvenes-sofá; el de tolerancia cero con los abusos; el del Mediterráneo como tumba; el del mate, el San Lorenzo y el corazón universal; el de la Casa Común y la conversión ecológica; el de solo mirar de arriba a abajo para dar la mano y ayudar; el de las homilías de máximo ocho minutos para no dormir a los fieles; el que llamaba por teléfono para felicitar los cumpleaños; el de quién soy yo para juzgar; el de no a una economía de la exclusión y la inequidad porque esa economía mata; el del Evangelio al centro y todo lo demás a un lado, incluido el Papa; el de la Iglesia como hospital de campaña; el de construir puentes y derribar muros; el de la esperanza, que no defrauda nunca; el de escuchen, escuchen mucho y no se olviden de los ancianos; el de recen por mí; el del Dios que primerea y es misericordia. Gracias, Francisco, por haber transitado el camino tratando de ser “otro Jesús en la tierra” (San Enrique de Ossó)
Compartiste tu gran legado humano y espiritual en encíclicas, exhortaciones apostólicas, discursos y catequesis. Pero también, quizá porque fuiste un Pastor que conocía bien a sus ovejas y el tiempo que a éstas les ha tocado vivir, dejaste tuits de menos de 140 caracteres y gestos de los que no hace falta ser teólogo para comprender. Porque tampoco se entiende lo de Cristo en la cruz…y sin embargo, cambió el curso de la historia. Porque ya lo decía Santa Teresa, que “no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho” (4M, 1-7) A todos, todos, todos nos dirigiste una palabra cercana y comprensible, nos regalaste grandes lecciones de vida y nos señalaste la forma más evangélica de ser Iglesia en un mundo herido.
Has conseguido llegarnos al corazón y revolucionarnos con tu ternura, que es la ternura de Dios. Tu sucesor será elegido en el Año del Jubileo de la Esperanza, un acontecimiento que tiene lugar cada 25 años y que, en esta ocasión, ha sido la primera vez en la historia de la Iglesia que la puerta santa abierta en su inauguración era la de una cárcel. Fiel a tu compromiso de salir a las periferias, concluiste tu pontificado tal y como lo iniciaste: de la mano de los más vulnerables de la sociedad. Un final muy coherente para quien comenzó su andadura gritando a los cuatro vientos que "el nombre de Dios es misericordia".
Nosotros rezamos por ti. Sigue rezando tú también por nosotros, por tu querida Iglesia. Para que sigamos danzando al ritmo del Espíritu.
¡Gracias y hasta siempre, Papa Francisco!
Compañía de Santa Teresa de Jesús.