
Con motivo de la edición del libro “Francisco, juglar de Dios” escrito por el cardenal Raniero Cantalamessa el Papa Francisco ha escrito el prólogo dirigido a los jóvenes. Es un precioso texto lleno de un único deseo: que muchos y muchas jóvenes escuchen la voz de Jesús y tengan un encuentro con Él.
Queridas y queridos jóvenes: Dios tiene sed de ustedes.
Este libro ha sido querido para ti, mi joven hermano de búsqueda, y quiero introducirte en su lectura regalándote palabras llenas de la gran estima y confianza que deposito en ti y en todos los jóvenes.
Tal vez te ha pasado de abrir los Evangelios y escuchar lo que un día Jesús dijo en el famoso Sermón de la Montaña: "Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide recibe, el que busca encuentra, y al que llama se le abre" (Mt 7,7-8). Son palabras fuertes, llenas de una gran y exigente promesa, pero podríamos preguntarnos: ¿hay que tomarlas en serio? ¿Es realmente cierto que si le pido al Señor escuchará mi petición, si lo busco lo encontraré, si llamo él me abrirá? Tú podrías objetarme: ¿no es acaso cierto que a veces la experiencia parece desmentir esta promesa? ¿Que muchos piden y no obtienen, que buscan y no encuentran, que llaman a las puertas del cielo y del otro lado no se oye más que el silencio? Entonces, ¿se puede confiar en estas palabras o no? ¿No serán también, como tantos otros que oigo a mi alrededor, una fuente de ilusión y, por tanto, de decepción?
Comprendo tus dudas y agradezco tus preguntas, ¡ay si no tuvieras ninguna! - pero también me interpelan y me traen a la memoria otro pasaje de la Escritura que, puesto al lado de las palabras de Jesús, me parece que las ilumina en toda su profundidad. En el libro de Jeremías, el Señor dice a través del profeta: "Me buscarán y me encontrarán, porque me buscarán con todo el corazón; me dejaré encontrar por ustedes" (Jr 29, 13-14). Dios se deja encontrar, sí, pero solo por el hombre que lo busca con todo su corazón.