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3 claves para acercarnos a la encíclica “Dilexit nos”

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El pasado 24 de octubre el papa Francisco presentó su cuarta encíclica “Dilexit nos”. En ella invita a poner en valor y redescubrir el amor humano del Corazón de Jesucristo a partir del cual repararnos y reparar el mundo actual que sufre.

Ofrecemos 3 claves desde las que acercarnos a la encíclica contextualizada desde el carisma teresiano de Enrique de Ossó.

  1. Un Dios con corazón humano y el gusto por el encuentro.

No se puede decir que Francisco no sea directo. Ya el título de la encíclica nos sitúa: Dilexit nos… Él nos amó. Sobre esto se construye toda la encíclica, poniendo la mirada en el amor que nos tiene Dios, representado en el Sagrado Corazón de Jesús. 

Francisco nos habla de un amor que empatiza con el nuestro, humano y lleno de afectos. Nos invita a encontrarnos con el corazón de Cristo, lo que nos permite sentirnos amados por un corazón humano, lleno de sentimientos como los nuestros. El papa transmite una mirada de Dios profunda, que mira el alma, los sentimientos y la dimensión humana. Él nos dio nuestra condición humana y así nos ama. Desde ahí se nos invita a construir una fe encarnada, no moralista ni rigorista, sino una fe movida por el amor y llamada a traducirse en obras.

Como teresianas, nos surgen las palabras “Redescubrir el GUSTO POR EL ENCUENTRO, el afecto y la ternura, la confianza, dar espacio al silencio, reparar en la belleza…” recogidas en nuestra Propuesta Educativa Teresiana. Pero la vida no está compartimentada, somos un todo que nos plenifica y por eso, más allá de nuestro ámbito educativo, resuenan también las palabras que San Enrique repetía en su obra Un mes en la escuela del Sagrado Corazón de Jesús:

“¿cómo en cada acción nos pondremos delante a Cristo para imitarle si no conocemos los sentimientos de su corazón al practicarlos? Porque Cristo vivió, comió, durmió, habló, calló, anduvo, se cansó, descansó, sudó y tuvo hambre, sed, pobreza, etc., trabajó, en una palabra, padeció y murió por nosotros, por nuestra salud.”

Y más tarde añade: 

"Tened en vuestro corazón los mismos sentimientos que Jesucristo tuvo en el suyo”.

Francisco describe el Corazón de Jesús como un corazón «que da de beber», desde un amor que consuela y reconforta, especialmente a los que sufren, a los marginados y a los que han perdido la esperanza. El papa nos invita a acudir al Sagrado Corazón como fuente de amor que no se acaba, una devoción que consuela nuestras heridas y nos impulsa a amar como Él ama.

  1. Reparar el mundo desde el corazón

Con esta encíclica, el Papa se dirige a un mundo “que está perdiendo el corazón” y la sensibilidad humana, para que recupere los valores fundamentales. En la primera parte Francisco trata el valor, la honestidad y franqueza del corazón, al que no se le puede engañar ni ocultar los deseos más profundos. 

“En lugar de procurar algunas satisfacciones superficiales y de cumplir un papel frente a los demás, lo mejor es dejar brotar preguntas decisivas: quién soy realmente, qué busco, qué sentido quiero que tengan mi vida, mis elecciones o mis acciones; por qué y para qué estoy en este mundo, cómo querré valorar mi existencia cuando llegue a su final, qué significado quisiera que tenga todo lo que vivo, quién quiero ser frente a los demás, quién soy frente a Dios.” (Nº 8. Dilexit nos)

Esta idea de la encíclica va de la mano con la continuación de la cita anterior de nuestra Propuesta Educativa Teresiana, pues continúa: “porque al haber seguido una carrera competitiva, buscando la eficacia y la rentabilidad, parece que se nos ha extraviado ese gusto.”

Se nos ha extraviado ese gusto, junto con valores fundamentales eclipsados por el materialismo, el individualismo y una vida basada en el utilitarismo y el consumo. Una preocupación central en esta encíclica, a la que dedica una gran parte, es la necesidad de reparar el mundo. En toda la encíclica se percibe un dolor por la crudeza de nuestro tiempo, por las guerras, conflictos y el sufrimiento de tantas personas. Esta reparación, dice el Papa, pasa por una sociedad más justa y fraterna, por lo que tiene un sentido social: nos llama a vivir el amor en comunidad, en familia, y convirtiéndonos en «fuente de vida» para otros. Así pasamos a ser agentes de reconciliación y esperanza, comprometiéndonos a vivir este amor con hechos y a construir una comunidad de paz desde el Corazón de Cristo.

“Al mismo tiempo, el corazón hace posible cualquier vínculo auténtico, porque una relación que no se construya con el corazón es incapaz de superar la fragmentación del individualismo” (Nº17. Dilexit nos)

El Papa nos propone responder a este amor que nos precede con amor al prójimo. No como una obligación moral, o una imposición, sino desde la conmoción de sentirnos primeramente amados. Amamos porque previamente hemos sido amados.

“la mejor respuesta al amor de su Corazón es el amor a los hermanos, no hay mayor gesto que podamos ofrecerle para devolver amor por amor.” (Nº 167. Dilexit nos)

La conclusión de Dilexit Nos es un llamado a la unidad universal. Ante un mundo actual dividido, herido por los conflictos y egoísmos, se nos pide un cambio que nazca de nuestro corazón humano. Y se nos pide trabajar en red, con otros y otras.

Francisco confía en el impacto de nuestros actos. Si permitimos que el amor de Cristo transforme nuestras vidas, podemos ser testigos de una revolución silenciosa, una que inspire a otros a vivir en armonía y a construir un mundo más humano.

“La verdadera aventura personal es la que se construye desde el corazón.” (Nº 11. Dilexit nos)

  1. Una armonía común

Durante la encíclica, el Papa nos invita a vivir en coherencia y armonía a ese encuentro personal con Jesús que nos enamora y trae plenitud y felicidad a nuestra vida. 

“La misión, entendida desde la perspectiva de la irradiación del amor del Corazón de Cristo, exige misioneros enamorados, que se dejan cautivar todavía por Cristo y que inevitablemente transmiten ese amor que les ha cambiado la vida.” (Nº209. Dilexit nos).

San Enrique de Ossó, inspirado por una intuición del Espíritu Santo, pudo dejar por escrito unas palabras que hoy nos recuerdan a las que nos dirige Francisco. Dilexit nos es un alegato a vivir mirándole a Él como ejemplo de amor. San Enrique, preocupado por que se le entendiera bien, nos concretaba:

“Pensar como Cristo Jesús, sentir como Cristo Jesús, amar como Cristo Jesús, obrar como Cristo Jesús, conversar como Cristo Jesús, hablar como Cristo Jesús, conformar, en una palabra, toda nuestra vida con la de Cristo, revestirnos de Cristo Jesús, he aquí el único negocio y ocupación esencial, primera de todo cristiano.” 

Ese encuentro con Jesús es personal pero no es ajeno al resto. Viviendo en un mundo interconectado que se ve influido por lo sucedido en otros lugares, nos llama a reconocer al Corazón de Jesús como fuente de nuestro servicio hacia los demás.

“No se debería pensar en esta misión de comunicar a Cristo como si fuera solamente algo entre él y yo. Se vive en comunión con la propia comunidad y con la Iglesia.” (Nº 212. Dilexit nos)

“Lo expresado en este documento nos permite descubrir que lo escrito en las encíclicas sociales Laudato si’ y Fratelli tutti no es ajeno a nuestro encuentro con el amor de Jesucristo” (Conclusiones, Dilexit nos)

La encíclica concluye con un llamamiento a tejer lazos fraternos, a reconocer la dignidad de cada ser humano y cuidar juntos nuestra casa común desde el Sagrado Corazón de Jesús. 

Como Compañía acogemos esta encíclica como un regalo del Espíritu Santo que nos alienta a re-enamorarnos de su amor cada día y responder a su amor con amor, ensanchando el espacio de nuestra tienda.