
La hna. Pino Delgado es una hermana teresiana que vive en Las Palmas de Gran Canaria y forma parte de la comunidad de Obispo Encina. Durante unas semanas, el Padre Donato Cauzzo, religioso camilo, ha estado en la isla y coincidieron en la Parroquia del Apóstol San Pablo.
El Padre Donato ha sido desde el año 2011 secretario personal del Card. João Braz de Aviz, Prefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (Vaticano).
Tras compartir varias semanas en la Parroquia, Pino, movida por la invitación de ENSANCHAR EL ESPACIO DE NUESTRA TIENDA y aprender de la experiencia de otras personas, pidió al P. Donato que dada su trayectoria de vida, en la que ha tenido la posibilidad de contemplar, valorar y acompañar a la Vida Religiosa, respondiera algunas preguntas para ensanchar nuestra reflexión.
Agrademos al Padre Donato y a nuestra hermana Pino su diálogo; leer sus palabras puede ser una oportunidad más para como hermanas teresianas, responder desde la riqueza de nuestro ser mujeres discípulas de Jesús bendecidas con el carisma teresiano de Enrique de Ossó.
Hna. Pino: En sus 11 años de estancia en la Santa Sede, ¿qué tiempos o momentos significativos destacaría tanto en su Dicasterio como en el ámbito vaticano?
Padre Donato: Durante estos años de servicio a la Santa Sede, los dos principales acontecimientos han sido, sin duda, la elección del Papa Francisco y la celebración del Año de la Vida Consagrada.
La elección del Papa Francisco (2013) fue una gran noticia y esperanza a la Iglesia y al mundo. En aquellos años, la Iglesia pasaba por pruebas muy difíciles y recibía muchas críticas de todas partes, tanto internas como externas. Aparecía como una institución fuera de tiempo y desgarrada por las luchas internas en la Curia y por muchos escándalos, especialmente financieros y de abusos sexuales del clero. En pocos meses, Francisco revirtió esta percepción negativa de la Iglesia. Ante todo, ha empujado a la Iglesia a volver al Evangelio, proponiendo a todos la misericordia como mensaje fundamental de Cristo, la cercanía y la solidaridad con los pobres, y el redescubrimiento de la alegría como característica de los seguidores de Jesús. Su impulso a la reforma de la Iglesia, empezando por las estructuras centrales, como la Curia Vaticana, ha recibido la aprobación entusiasta de muchos, incluso de los no creyentes, y seguramente nos ayudará a desprendernos de las estructuras de poder para recuperar el sentido evangélico de servicio a la humanidad.
El Año de la Vida Consagrada (noviembre 2014/febrero 2016), deseado por el Papa Francisco, fue una gran oportunidad para poner de relieve la contribución fundamental que las personas consagradas hacen a la vida de la Iglesia y al servicio de las múltiples necesidades de la humanidad. En Roma y en todos los países del mundo, los consagrados y consagradas se reunieron para redescubrir juntos la belleza de su vocación, para reforzar los lazos de comunión entre los diferentes carismas, para reflexionar sobre cómo mejorar su testimonio evangélico en el mundo de hoy y para relanzar con entusiasmo su compromiso de ser profetas del Reino de Dios en todas partes.
Hna. Pino: ¿Cómo ha ido percibiendo la trayectoria de la vida consagrada femenina?
Padre Donato: En los últimos años, la vida consagrada femenina ha recuperado su valor e importancia. En primer lugar, hay que recordar que las mujeres consagradas en la Iglesia son mayoría, más del doble que los hombres. Pero, sobre todo, nos hemos dado cuenta de que el modo específico en que las mujeres viven su consagración tiene sus propias características y es de gran valor.
El hecho de que no sean sacerdotes nos ayuda a comprender mejor la verdadera naturaleza de la vida consagrada, que no está ligada al poder. En los siglos pasados, casi todo el poder y el prestigio pertenecían a los hombres consagrados, la gran mayoría de los cuales eran sacerdotes, y a menudo también dirigían a las mujeres consagradas. Así se les impuso un modelo de formación y de vida fraterna inspirado en el modelo masculino. Hoy han recuperado el sentido de la dignidad y la autonomía, sobre todo gracias a una mejor formación teológica y pastoral, y también en muchas otras ciencias.
En muchas partes del mundo, especialmente allí donde las necesidades y las situaciones de emergencia son más graves, son ahora a menudo las mujeres consagradas las que muestran más iniciativa en la puesta en marcha de nuevas formas de ayuda y más dedicación hasta el punto de un verdadero heroísmo al arriesgar su propia vida para acudir en ayuda de tantos hermanos y hermanas que sufren.
El hecho de que el Papa Francisco insista tanto en que a las mujeres se les confíen también tareas de responsabilidad y liderazgo en todos los niveles de la vida de la Iglesia, no depende de una opción "política" de igualdad, como quizás ocurre en la sociedad civil, sino porque ha comprendido bien la contribución preciosa que pueden aportar las mujeres. Ahora lo vemos claramente en la vida consagrada.
Hna. Pino: ¿Qué crees que necesita la vida consagrada hoy?
Padre Donato: En la Iglesia católica hay hoy alrededor de 800.000 personas consagradas en el mundo (contando sólo los miembros de Institutos de Derecho Pontificio - se excluyen de este cómputo las personas consagradas pertenecientes a Institutos de derecho diocesano, que no se sabe exactamente cuántas son). Se trata de un gran número de mujeres y hombres que viven al servicio de la Iglesia y de las más variadas necesidades de la humanidad.
También en la vida consagrada, como en todos los demás sectores de la Iglesia, podemos ver luces y sombras, aspectos positivos y problemáticos. En mi opinión, echando una mirada general que incluya a todo el mundo, la vida consagrada es una realidad hermosa, viva y dinámica, aunque haya diferencias significativas, por ejemplo, considerando los distintos continentes. Sabemos que en Europa, América del Norte y Oceanía hay pocas vocaciones, hay un envejecimiento general de las personas consagradas y, por tanto, una pérdida de relevancia eclesial y social. En América Central y del Sur, el número de personas consagradas se ha mantenido bastante estable en las últimas décadas. En cambio, está creciendo en África y sobre todo en Asia. Reconocemos, pues, -sobre todo a partir del Vaticano II- una nueva geografía de la vida consagrada. Durante siglos fue Europa la que envió a religiosos y religiosas al mundo para colaborar en la labor de evangelización, especialmente con las expresiones multiformes de sus carismas. Hoy es normal encontrar también en Europa comunidades formadas por religiosos y religiosas consagrados de todo el mundo.
Esto es algo muy bueno. No debemos tener la impresión, mirando la vida consagrada con nuestros ojos de europeos, de que ha llegado a su fin, como algunos afirman. ¡No, está viva! Sólo se ha "globalizado" y, por tanto, enriquecido por el contacto con tantas otras culturas, todas de igual valor y dignidad.
Ante todo, debemos recuperar la alegría de sentirnos parte de este gran "cuerpo" que sigue ofreciendo a la Iglesia y al mundo el testimonio del Evangelio encarnado en las miles de obras que nos inspiran nuestros carismas. Si sigue siendo cierto que el mundo contemporáneo "escucha más a gusto a los testigos que a los maestros", como nos decía San Pablo VI (en Evangelii Nuntiandi), las personas consagradas somos privilegiadas y podemos mostrar al mundo el Evangelio encarnado que responde a las preguntas y necesidades de los hombres y mujeres de hoy. La vida consagrada no sólo tiene un rico patrimonio histórico de obras y santidad. No, es supermoderna!
Hna. Pino: A lo largo de la historia de la Iglesia y de las distintas Congregaciones, hemos ido aportando nuestros servicios en muchos ámbitos de proyección social. ¿En cuál o cuáles debemos focalizar de manera prioritaria nuestros esfuerzos?
Padre Donato: ¿Qué debemos priorizar en nuestras opciones apostólicas? No creo que haya que establecerlo "en la mesa", elaborando estrategias y programas. ¿Cómo lo hicieron nuestros fundadores y fundadoras? En la época en que vivían, tenían los ojos y los oídos bien abiertos para ver las necesidades de la humanidad de su tiempo, escuchaban el clamor y las preguntas de los hombres y mujeres que encontraban, y llevaban este clamor y estas preguntas ante Dios. El Espíritu Santo les inspiró lo que debían hacer, las respuestas que debían dar, los campos en los que debían comprometerse. Así podemos hacer hoy. Es una tarea de discernimiento: salir de los campos seguros en los que hemos estado hasta ahora (nuestras estructuras, los ministerios tradicionales...), ir a las "periferias" de las que está lleno nuestro mundo y aceptar el riesgo de escuchar el grito de la humanidad en los diferentes lugares donde vivimos. Es el grito del Cristo crucificado que espera ser consolado. Y preguntarnos: ¿cómo puede el carisma que hemos heredado responder a este Jesús crucificado que clama? Tal vez debamos abandonar obras y servicios que hasta ahora han tenido valor y sentido, pero que ya no responden a cuestiones reales y urgentes de nuestro mundo. La creatividad es quizás la virtud más necesaria en la vida consagrada de hoy.
Hna. Pino: Retos de la vida consagrada hoy. El Papa ya ha ido señalando a lo largo de sus documentos algunos de ellos, pero ¿cuáles podríamos decir que son más urgentes?
Padre Donato: Entre los muchos retos que conocemos bien, puedo referirme a tres.
- Recuperar el sentido y la alegría de la fraternidad - Lo más característico de la vida consagrada (excepto para los miembros de los institutos seculares, el Ordo virginum y los eremitas) es la vida en común. Si en nuestras comunidades no experimentamos la alegría de estar juntos, de amarnos como hermanos y hermanas con todos los matices humanos del amor, no podemos sentirnos felices y realizados. Llama la atención que entre las motivaciones de las cerca de tres mil personas que cada año deciden dejar la vida consagrada, más que la pérdida del sentido de su elección de Dios u otras razones, ésta sea a menudo la razón: no soy feliz en la comunidad, y no puedo seguir viviendo sin realizar esta aspiración mía de felicidad; me voy para buscar en otra parte esa felicidad que no encuentro aquí.
Si no mostramos comunidades alegres y contentas de vivir juntas, es imposible atraer a los jóvenes para que se unan a nosotros, e incluso los que se acercan para ver si están llamados a esa vida pronto huyen. Si no sabemos mostrarnos como hombres y mujeres felices de haber elegido a Dios como su único todo, nuestra elección no será atractiva y nuestro estilo de vida no será creíble.
- Reforzar el “sensus ecclesiae” - Si es cierto que algunos Institutos se quejan a veces de la insuficiente comprensión de su naturaleza carismática por parte de los pastores de las Iglesias locales, del mismo modo no pocos obispos, por ejemplo durante el encuentro con nuestro Dicasterio con ocasión de su visita "ad limina", se quejan de la escasa implicación de los consagrados, especialmente de la parte masculina, en los proyectos pastorales de sus diócesis. Es necesario fortalecer las relaciones y la sinergia entre todos los miembros del Pueblo de Dios, para que el testimonio del Evangelio sea más creíble. ¡Trabajemos todos por el mismo proyecto del Reino! Nuestra inclusión más activa en la vida de las comunidades cristianas de los lugares en los que estamos presentes nos permitirá ofrecer la riqueza espiritual de nuestras tradiciones y ayudará a reconocer y valorar mejor nuestra contribución.
- Aumentar la comunión y la colaboración entre los diferentes Institutos de vida consagrada - De diversas maneras, todos experimentamos las mismas crisis y dificultades para seguir prestando los servicios y ministerios propios de nuestros carismas, debido a fenómenos bien conocidos (disminución numérica, envejecimiento de los miembros, problemas estructurales ajenos a nuestra voluntad...). En un mundo tan global y complejo como el nuestro, no podemos quedarnos encerrados en nuestro pequeño mundo, autorreferencial, como nos recuerda a menudo el Papa Francisco. Debemos tener la sabiduría de unir fuerzas para apoyarnos mutuamente, para compartir experiencias e información, para aumentar la eficacia de nuestras múltiples formas de apostolado. Podemos parafrasear el precepto evangélico: "Ama a tu prójimo como a ti mismo" de esta manera: ama el carisma del otro como el tuyo, la comunidad del otro como la tuya... La unidad que Jesús pidió al Padre para todos sus seguidores antes de morir nos interpela también a los consagrados.
Hna. Pino: Gracias por sus alentadoras palabras, su mirada creyente, compromiso. Que todo nos ayude a ENSANCHAR NUESTRA TIENDA.
Reseña biográfica Padre Donato Cauzzo, nacido en Cittadella (Padua) el 1 de septiembre de 1955 - Religioso camilo desde 1975 - Ordenado sacerdote en 1981.
Estudios: Bachillerato en Teología (Verona) - Instituto de Espiritualidad Universidad Gregoriana (Roma) - Instituto de Teología Pastoral "Camillianum" (Roma)
Tareas pastorales - Formador en el Seminario Menor (1980 -1983) - Secretario del Superior General de los Camilos (1983-1989) - Secretario del Instituto Teológico "Camillianum" (1989-1992; 2005-2008) - Capellán del Hospital de Treviso (1992-1995) - Asistente eclesiástico de los agentes sanitarios católicos nombrado por la Conferencia Episcopal Italiana (1995-2004) - Profesor de teología pastoral.
Desde 2011 secretario personal del Card. João Braz de Aviz, Prefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (Vaticano).
En la actualidad, el Padre Donato Cauzzo ha sido destinado a Padua, Italia.
