147 años de historia de la Compañía eran motivo suficiente para celebrar y juntarse como hermanas, pero además, abrir las puertas de la Casa General de Zaragoza para que la conociesen, fue una alegría.
Cada 23 de junio celebramos la fundación de la Compañía, y este año, en la Eucaristía de acción de gracias, recordamos aquella capilla de San Pablo en Tarragona, donde “se consagraron a Dios para siempre no solo las hermanas, sino también la Compañía”. Y así, unidas a las ocho primeras, nos encontramos todas las comunidades de Zaragoza y de Calahorra, para celebrar y disfrutar de un encuentro festivo y fraterno.
La Eucaristía, presidida por el sacerdote Gustavo Máñez Marín, fue el inicio de una tarde de encuentro. En la celebración, a las hermanas nos brotaba el agradecimiento por San Enrique por el nacimiento y la historia de la Compañía, pero también por la vida y hermanas que durante generaciones han pasado por la casa que hoy ya es Casa general de la Compañía; y a Gustavo el haber tenido cerca a hermanas teresianas en su etapa de seminarista, siendo ya sacerdote en Maella y en Zaragoza, y en la actualidad, ya que sigue manteniendo relación con muchas hermanas, y además celebra la Eucaristía en la capilla de la casa para las dos comunidades.
Antes y después de la celebración, las hermanas pudieron visitar la casa y conocer las remodelaciones que se han llevado a cabo para adecuarla a las nuevas necesidades. La novedad de los cambios de la parte del exterior, con algunos del interior de la casa, se mezclan con todo lo que se mantiene igual. Entre los muebles y cuadros conocidos, aparecían los traídos de Roma e incluso algunos de los que estaban en la Casa de Oración de Zaragoza. Historia entretejida.
Todo es escuela de vida, y la “casa” es como el aniversario de la Compañía, en el que celebramos el pasado, pero también el deseo de continuar. Junto a los ladrillos con los que se construyó el edificio, y con la reciente obra, o recordando tantas hermanas que vivieron en ella, y las que ahora formamos las dos comunidades; pasado y el presente del edificio y de las hermanas. Ojalá sea para construir juntas el futuro.
Fue una tarde de celebración y de encuentro en la que también estuvo presente una familia amiga de Italia, y en ella, simbólicamente, tantas personas que amplían nuestros horizontes y nos entrelazan con tantas realidades.
El 23 de junio era un día especial antes de comenzar a celebrarlo, pero al finalizar el día, nos quedó mucho agradecimiento y satisfacción. Otro 23 de junio, en 1876, Enrique de Ossó escribió al Doctor Félix: “…han hecho ya los tres votos el último día de Ejercicios y siguen animadísimas y consoladas.” Así quedamos al finalizar el día “animadísimas y consoladas”.
