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Documento final del sínodo de la sinodalidad

Foto con el logo del sínodo

El sábado 26 de octubre los miembros de la Segunda Sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos aprobaron el Documento Final. El Papa Francisco aprobó su publicación.  

Este ansiado documento representa el fruto final del trabajo realizado durante los últimos 3 años. Supone un bocanada de aire fresco y una Buena Noticia para la Iglesia. Desde la Compañía de Santa Teresa de Jesús nos gustaría ofrecer una breve guía que facilite y oriente la lectura de este documento imprescindible. 

Empecemos por la estructura. Este documento consta de cinco partes precedidas por una introducción y cohesionadas por una conclusión final. A continuación proporcionamos un resumen de cada una de las partes: 

INTRODUCCIÓN (1-15)

Se establece el marco para la reflexión y la acción en el contexto sinodal. Destaca la llamada a la unidad en la diversidad, el compromiso con los más vulnerables y el deseo de escucha real a los diferentes miembros de la Iglesia. Se hace hincapié sobre la idea de que la sinodalidad es un camino, no un evento puntual.

PARTE I: EL CORAZÓN DE LA SINODALIDAD (16-48)

En esta sección del documento se enfatiza la necesidad de un enfoque renovado en la vida de la Iglesia que promueva la inclusión, el diálogo y la colaboración entre todos los fieles. Se destacan tres dimensiones fundamentales: la conversión personal, la comunitaria y la participación activa de todos los miembros de la Iglesia, especialmente de aquellos en situaciones de vulnerabilidad. Se constata la necesidad de una estructura más colaborativa en la toma de decisiones que promueva el sentido de corresponsabilidad. 

PARTE II: JUNTO EN LA BARCA (49-78)

Implicaciones prácticas de la sinodalidad para la vida de la Iglesia. Se propone una mayor integración de la pastoral y la misión, subrayando la necesidad de un enfoque sinodal en la evangelización y el acompañamiento espiritual. También se enfatiza la necesidad de una buena formación y capacitación de los líderes, pues se ha de preparar a la comunidad para participar activamente en el proceso sinodal.  Urge trabajar en red y fomentar la colaboración entre diferentes ministerios dentro de la Iglesia, así como implantar una verdadera cultura de la escucha que no deje fuera a nadie.

PARTE III: ECHAD LAS REDES (79-108)

En esta sección se detallan los desafíos y oportunidades que enfrenta la Iglesia en el contexto actual. Necesidad de conversión pastoral que priorice la misión y el servicio, promoviendo una cultura de encuentro y solidaridad. Importancia de la justicia social, protección del medio ambiente y las crisis contemporáneas. Llamada a la renovación de las estructuras eclesiales, buscando una mayor apertura y transparencia. Implementar la cultura de la evaluación. 

PARTE IV: UNA PESCA ABUNDANTE (109-139)

En esta sección se presentan las diversas dimensiones de la sinodalidad, que incluyen la espiritual, la misionera y la social. Se destaca la importancia de la participación activa de los laicos, a quienes se les pide más presencia no solo en la vida de la Iglesia sino, también, en la toma de decisiones y el liderazgo. La mirada se pone sobre la justicia social, el cambio climático y las crisis actuales. Se propone una formación integral que prepare a todos los miembros de la Iglesia para vivir y promover la sinodalidad, enfatizando el acompañamiento y el aprendizaje mutuo. 

PARTE V: YO TAMBIÉN OS ENVÍO (140-151)

En esta sección se anima a que se produzca una sana descentralización de la Iglesia reconociendo el papel que les toca asumir a las Conferencias Episcopales y a los Concilios Particulares en un mundo en el que el concepto de “lugar” ya no puede entenderse en términos meramente geográficos o espaciales. Se pone el acento en el impulso ecuménico.

CONCLUSIÓN: UN BANQUETE PARA TODOS (152-155)

El documento concluye con la imagen del banquete que simboliza la comunidad eclesial. Esta comunidad está llamada a ser una mesa común donde todos pueden compartir y donde quede reflejada la diversidad y la riqueza de las experiencias de fe.

Ahora llega la fase más importante de todas: la de la implementación. ¡Toca hacer realidad la letra! Agradecemos el trabajo de tantos y tantas durante estos años y deseamos que este documento sea el horizonte hacia el que caminar como Iglesia del tercer milenio.