
Del 8 al 13 de octubre el Gobierno General se trasladó a Ávila, donde compartió unos días con las hermanas que se encuentran en la mitad del camino en su experiencia del TER. A continuación, nos comparten su experiencia:
Una misión que se comparte y discierne en equipo se hace conversación, horizonte y promesa. En el corazón de la Compañía, la Vida se descubre cuando el camino se hace con otras y otros, tejiendo una nueva identidad comunitaria que brota de un liderazgo vivido como servicio, escucha y búsqueda compartida.
Llegando al ecuador de este tiempo de TER con una experiencia que va ganando en hondura y nos adentra en todas las dimensiones de nuestra vida consagrada, nos llegó el momento de acoger como tiempo privilegiado el compartir con las hermanas del Equipo General.
Con su presencia nos han transmitido el profundo sentido de la corresponsabilidad y el liderazgo compartido, que quiere ser signo profético en el hoy de la Compañía. Con su testimonio sencillo y cercano en el servicio de Gobierno reconocemos la invitación a vivirlo en nuestra vida cotidiana.
Mantenernos vinculadas con el propósito común, compañeras de esperanza en tiempos de fragilidad.
Desde esa misión que se recibe en obediencia y se comparte y discierne en equipo, cada hermana nos hizo partícipe de los retos y desafíos y del recorrido que va haciendo la Compañía.
Para que haya comunión, el proyecto común tiene que ser asumido como proyecto de vida. Asumimos juntas el sí que damos o el no que damos.
Toda nuestra vida es misión y nuestra misión es educadora; un carisma puesto al servicio del diálogo, la reconstrucción del tejido social, el cuidado de la Casa Común, la fraternidad y la interculturalidad.
Vivimos para vivir y nuestra vocación es el oficio de vivir, y de vivir a vivir, “va mucho”. Estar abiertas al cambio y al movimiento, que para nosotras paradójicamente es una forma de fidelidad y permanencia.
Nuestra economía, nuestro compromiso. Acto fundamental de solidaridad y corresponsabilidad en favor de la misión y de las hermanas para un mundo más justo.
Descubrimos la secretaría como el corazón que custodia la memoria viva de la Compañía y herramienta que proyecta hacia el futuro. ¡Somos historia viva! Memoria que mañana permitirá agradecer, aprender y proyectar.
¡Benditas redes y benditos enredos santos! Invitadas a ser voz profética entre miles de voces, reconociendo que tenemos un mensaje auténtico qué transmitir: La Buena noticia.
Testigo de todo ello fue nuestra casa de Ávila, marcada por el otoño y la fiesta de la Santa; del 9 al 15 de octubre. Nos descubrimos enviadas a seguir construyendo el futuro hoy, desde la hondura del encuentro y la fuerza de la esperanza compartida.
¡Gracias Ángela, Pili, Clarice, Teresa, Ana Mª, Upe y Cristina por vuestro ser hermanas!
“Mi deseo es procurarte un lugar donde seas feliz” (Rut 3,1).