
“En este CIT viví realmente momentos de gracia, he tenido la oportunidad de conectar conmigo misma, con el grupo y con el propio Dios. Tuve momentos muy especiales en varios temas, en el compartir de las experiencias…” (Josefa Kasinde stj, Angola)
“El carisma teresiano nos invita a ser mujeres orantes pero también maestras de oración; es fundamental que partamos de la experiencia personal y de nuestro encuentro con Dios, y desde ahí nos situemos junto a otra persona que vive esta experiencia.” (Beatriz Herrera stj, Colombia)
“A una persona que quiere comenzar a orar le diría que no tenga miedo, Dios nos ha amado primero; quien entra en soledad y en contacto verdadero consigo misma, llega a conectar con esa experiencia profunda de espiritualidad que nos lleva a ser más humanas.” (Angie Hermenegildo, stj)
“Mi relación de amistad con Dios me ha ayudado a ser auténticamente quien soy, Clarice, Clarice, tal y como soy hoy; me ha ayudado a crecer en libertad, en mi relación con los demás, me ha ayudado a ser una persona más profunda y a no tener miedo de compartir en verdad quien soy…” (Clarice Suchy, Estados Unidos)
El día 3 de marzo, en Alba de Tormes, culminó la fase presencial del CIT Acompañantes de procesos orantes y Ejercicios espirituales. Las participantes, al finalizar, compartían: “el fruto principal que hoy les queremos compartir no son contenidos sino la experiencia de haber generado una comunidad de acompañantes de procesos orantes que se comprometen a continuar formándose, cualificándose y acompañándose mutuamente para ofrecer el servicio de acompañar a otras personas en su camino al encuentro con el Dios que se comunica y nos ofrece su amistad.”
Cuando se encontraron eran 31 participantes provenientes de 13 países de África, América y Europa, pero el compartir durante cuatro semanas, fue constituyéndolas en comunidad de acompañantes y acompañadas, porque el CIT ha sido mucho más que un “aprender o recibir contenidos”; la preparación del encuentro y de tantos detalles que son necesarios para que todo saliera adelante, las personas que compartieron en los diferentes bloques, el ritmo y tiempos de trabajo, los diálogos, el tiempo de oración y las celebraciones, el sentirse en casa,los descansos, todo fue favoreciendo que cada una, y como grupo, vivieran y compartieran una profunda experiencia.
La hna. Asunción Codes, Coordinadora general, al iniciar el encuentro compartía con ellas: “Tenemos el desafío de acompañar para que cada persona avance, crezca, despliegue el amor y se convierta en sal y luz para muchos. Dilatar nuestro ser como orantes y como acompañantes de este precioso camino de la oración, es don y tarea a la vez”.
A lo largo del tiempo de formación, y de forma procesual, los objetivos planteados se fueron convirtiendo en vida y experiencia; así lo comparten:
- “Partimos entendiendo la vida como un itinerario creyente y profundizamos en el conocimiento y desarrollo del proceso humano-espiritual que encierra el itinerario teresiano.
- Privilegiamos la centralidad de la oración como relación con el Dios que nos habita y habita el mundo.
- Nos detuvimos en el proceso y metodología de los Ejercicios espirituales ignacianos, enfatizando el discernimiento del proceso espiritual que vive la persona a lo largo de los mismos.
- Nos acercamos y recorrimos el itinerario teresiano de las Moradas desde unas claves de lectura que nos permitieron captar a la persona en cada morada, su práctica de oración, destrezas habilidades y herramientas para ir avanzando en el proceso, como también los peligros o tentaciones que experimenta y el acompañamiento específico que cada morada requiere.
- Profundizamos en un modo de acompañamiento que favorece la relación con Dios e iluminará el corazón al corazón que cada persona hace en su proceso orante.
- Y de manera experiencial fuimos entendiendo que para que haya una red se necesitan personas que, desde el amor, se conectan a través de conversaciones, crean un vínculo, y generan un propósito común. El propósito que conjuntamente creamos fue generar una comunidad de acompañantes de procesos orantes en red con otros y otras.”
La presencia y fuerza de San Enrique se hizo patente a lo largo de todo el tiempo, tanto que antes de volver a sus lugares de origen, hicieron suyo su gran deseo: “ver a cada teresiana convertida en una auténtica maestra de oración”.
Y este deseo fue ofrecido ante Santa Teresa de Jesús en Alba de Tormes, pidiéndole que bendiga el fruto del camino compartido en el CIT y que sean fortalecidas como comunidad de acompañantes.
Damos gracias por este tiempo. Que Teresa de Jesús y Enrique de Ossó sean para cada una de ellas #acompañaORAntes para que, siendo acompañadas y bendecidas, caminen como compañeras y acompañantes.