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Raíces de la Familia teresiana

portada del registro del libro de la Hermandad teresiana universal

En este año capitular, y en el mes de San Enrique, transcribimos parte del MARCO DE REFERENCIA COMÚN de la FAMILIA TERESIANA DE ENRIQUE DE OSSÓ. Como diría él mismo, "¡Benditos enredos y benditas redes!" que nos hacen caminar con otros y otras y compartir el carisma recibido.

Del documento Marco:

El árbol de Teresa de Jesús

"Esta rápida mirada, nos ayuda a comprender mejor ese afán apostólico de Enrique de Ossó que se desvive para que nazcan obras que ayuden a conocer y amar a Jesús, y a hacerle conocer y amar por todos, de la mano de Teresa de Jesús, iluminados por ella y sostenidos por su experiencia. Enrique sueña con APÓSTOLES TERESIANOS por todo el mundo.

Citamos aquí un texto que comienza a describir aquel sueño apostólico que se irá realizando en el tiempo. Enrique de Ossó apoya el despliegue de su obra teresiana en la confianza que suscita en él la Palabra de Jesús: el Reino es como un grano de mostaza que llega a convertirse en un árbol frondoso:

Hoy, día de la muerte de la Santa, en el mes consagrado a los Ángeles de la Guarda, sembramos un grano de mostaza en el campo del Señor, en la heredad de María, en el país de la devoción a San José. Teresa de Jesús mirará con especial predilección, como esposa encargada de velar por su honra, todo lo que puede fomentar los intereses de Jesús, cuyo agente es el Mensajero… Reconocemos que no es digno de alabanza el que siembra y el que cultiva, sino Dios que da el incremento. Mas como nuestra plantación es obra de Teresa de Jesús, y ningún motivo de especulación ni mira terrena mueve nuestra pluma, confiamos fundadamente, por el amor y comunidad de intereses que hubo siempre entre Jesús y Teresa, que este grano de mostaza crecerá en frondoso árbol, que sus hojas y sus frutos serán de salvación para el pueblo español, y que las aves del cielo posarán sobre sus ramas, y las más rastreras (que para todas habrá lugar) se cobijarán bajo su sombra cantando a Dios himnos de gratitud, admiración y alabanza por habernos honrado entre todas las naciones del mundo, dándonos a santa Teresa de Jesús.

Y pronto comienza a escribir en la Revista Teresiana los frutos que van naciendo y que hacen crecer cada día más ese “árbol teresiano”:

Hay flores de santa Teresa, dulces de santa Teresa, plumas de santa Teresa, y ¿no habría un ÁRBOL de su nombre? Ella que tanto gustaba ver campos, agua, árboles y flores, ¿no tendría un árbol en esta tierra árida y estéril, el cual, por sus flores y frutos, por su virtud y lozanía recrease a su fatigado espíritu aún en el cielo?... ¡Oh! sí; y me parece, lectores míos, que le ha de servir de grato consuelo el observar cómo extiende sus ramas y multiplica sus dorados frutos este árbol de vida y salud. Plantado junto las corrientes de las aguas del mariano Ebro, el árbol de la Archicofradía de jóvenes católicas ha dado ya sus frutos de bendición y de salud; pero no es nuestro intento hacer notar estos frutos ciertos, sino los que muestra en esperanza... Uno es el más hermoso, vistoso y precioso, que se denomina Compañía de santa Teresa de Jesús...

Pero este fruto de que en otro lugar hablamos, no lo hubiera producido nuestra Archicofradía, a nuestro entender, si no hubiese brotado antes un delicado pimpollo que con el suave aroma que sus flores esparcieron, inclinaron los ojos del divino Jardinero de las almas Cristo Jesús, y le movieron dulcemente a dar este fruto precioso... Este lozano pimpollo es el Rebañito del Niño Jesús de Teresa… Su divisa, como decíamos, es Viva Jesús; su fin, Todo por Jesús; su nombre, Soy de Jesús. Y el único grito que quieren salga de todos los corazones, Amemos a Jesús...

El árbol Teresiano, pues, ha dado sus flores y sus frutos. Que estas flores embalsamen al mundo con sus celestiales aromas, que estos frutos sabrosos sean de salud para todas las gentes, cosa es del tiempo y de la gracia de Dios. Y no dudamos obtener esta gracia, porque en ella está interesada la honra de Teresa, y por ende la de Jesús.

Cuando parece que el árbol frondoso ha dado ya todos los frutos posibles, vendrá a la mente y al corazón del apóstol una nueva empresa, la formación de la Hermandad teresiana universal, que verá la luz al finalizar la peregrinación teresiana, en Alba de Tormes, año 1877:

Uno de los más hermosos y preciosos frutos que ha producido sin duda alguna la primera peregrinación teresiana es la formación de la Hermandad teresiana universal, que brotó cabe el corazón transverberado y espinado de la Santa de nuestro corazón… El objeto no es otro... que excogitar medios para honrar como se merece la gran mujer, la gran escritora y la gran Santa, Teresa de Jesús… Un medio debemos proponer universal que los abarque todos para honrar a Teresa, y después otros particulares, que sean practicados por algunos.

Las cosas que a Teresa de Jesús dicen relación deben considerarse bajo tres aspectos: su invocación o culto, su doctrina, su santidad y virtudes, o sea su imitación.

Veremos más adelante cómo concibe esta nueva convocatoria de la Hermandad teresiana, que intenta universalizar aún más a la santa de su corazón. Teresa de Jesús es de todos y para todos. Pero antes vamos a contemplar el mismo cuadro que con satisfacción y agradecimiento contemplará Enrique de Ossó, en el año 1878, cuando escribe:

¡Qué cuadro tan magnífico y consolador se ofrece a nuestra contemplación! Tener el Rebañito del Niño Jesús, o sea las primicias y las más delicadas y hermosas flores del jardín de la Iglesia, cuidadas y protegidas por los de Jesús y su Teresa: la Archicofradía teresiana acogiendo en su seno a todas las jóvenes católicas ofreciéndoles vida, luz y valor con sus prácticas de oración y sólida piedad: la Compañía de santa Teresa de Jesús destinada a imprimir vida y movimiento, espíritu teresiano a estas obras y con ellas regenerar el mundo por medio del apostolado de la oración, enseñanza y sacrificio: la Hermandad teresiana extendiendo sus brazos bienhechores a todas las almas para librarles del naufragio universal que nos amenaza: el nuevo palomarcito de la Virgen con sus oraciones y penitencias atrayendo gracias extraordinarias sobre todas estas obras, y por fin los misioneros teresianos con la Compañía de teresianas comunicando con su acción, con sus enseñanzas, con su celo apostólico esta vida y estas gracias merecidas con la oración y sacrificios, ¡oh! repetimos, es este un cuadro en extremo magnífico, y consolador. Sólo de contemplarlo se goza nuestro corazón tanto, que ya se cree ser feliz con toda la felicidad que se puede desear en este suelo.

¡Cuán hermoso son los pasos de los que evangeliza la paz! dice el Espíritu Santo.

La Hermandad teresiana universal

Aunque no debemos tener la pretensión de ver en esta propuesta de San Enrique el origen inmediato de lo que hoy entendemos por Familia Teresiana, ciertamente resulta inspirador captar el espíritu de Enrique de Ossó cuando funda la Hermandad, movido por su celo y por la convicción de que Teresa es la mediación privilegiada para conducir a las almas a Jesús.

Nuestra Familia Teresiana nace en otro contexto eclesial, con otras formas de organización y despliegue, y diferentes modos de vinculación, pero al escuchar los sentimientos del Fundador, puede reconocer llamadas que siguen siendo válidas e inspiradoras para nuestro ser teresiano de ayer y de siempre. Por eso se ofrecen algunos textos programáticos de la Hermandad:

...Para todo el mundo, no puede negarse que Teresa de Jesús es una de las almas que ofrece los mejores y más universales remedios a todos los males. Ella es un árbol frondoso y fértil plantado en el jardín de la Iglesia católica, cuyas hojas y frutos son de salvación para las gentes. Ella es fuente inagotable de aguas cristalinas y purísimas que saltan hasta la vida eterna y refrigeran y dan vigor y lozanía a cuantos de ellas beben. Ella es la nueva Débora que ha de acaudillar y comandar los ejércitos de los que pelean en defensa de los intereses del Dios de Sabaot. Ella es en fin la gran Mujer, la gran Escritora, la gran Santa. (...)

Pues bien, la Hermandad teresiana viene a satisfacer esa aspiración universal, ese grito del alma entusiasta ante la gran figura de Teresa… Esta Hermandad será el lazo de unión de tantos corazones que quieren un punto común para animarse y trabajar con ardor. Será el centro de todas las aspiraciones nobles de cuantas almas suspiren por hacer algo en bien de sus hermanos. Y si un día, que consideramos no lejano, logramos reunir en torno de la gran figura de Teresa la falange de misioneros teresianos, entonces la obra teresiana será cabal, completa, perfecta. Y España y el mundo todo se regenerará, porque a todas partes llegará la influencia salvadora, la acción vivificante de Teresa de Jesús. ¡Ojalá este año sobre el sepulcro de la Santa podamos ofrecer esta corona, este complemento de todas las obras teresianas! ¡Ojalá por el día de la transverberación de su Corazón podamos presentarle apóstoles teresianos en vez de peregrinos teresianos que le presentamos el año anterior! Entonces sí ya moriríamos gozosos, porque nada más tendría que desear nuestro corazón en obsequio de la sin par Teresa de Jesús. (...)

Necesario es, si esta Hermandad teresiana ha de dar todo su fruto, que los esfuerzos no sean individuales y aislados. Es de todo punto indispensable que todos los que pretenden celar la honra y divinos intereses de Jesús en España por medio de Teresa de Jesús, encargada expresamente por Cristo de este cuidado, es de todo punto indispensable, repetimos, que tengamos todos un mismo fin preciso, determinado, conocido perfectamente; y hecho esto, contemos las fuerzas, los medios que tenemos a mano para alcanzarlo. Entonces tan sólo los amantes teresianos harán todo lo que pueden y deben para cumplir el compromiso solemne de celar la honra de Cristo.

Es Teresa de Jesús una mina de insondables riquezas celestiales, que está por explotar, digámoslo así. En siglos anteriores, nuestros padres trabajaron por beneficiarla: sus trabajos han llegado a nosotros imperfectos o interrumpidos, y nosotros debemos continuarlos llevándolos a la más alta perfección.

En los textos que dedica a detallar el sentido, los objetivos, y los medios, subrayará de modo especial el carácter universal de esta convocatoria, que debe estar “al alcance de todos”:

(...) La Hermandad teresiana debe exigir condiciones prácticas de piedad para pertenecer a ella, que estén al alcance de todo el mundo. De suerte que la persona devota y el hombre de negocios, el literato y el rústico aldeano, la viejecita piadosa y el niño tierno no puedan excusarse de formar parte de esta Hermandad, oponiendo pretextos que no existen.

Enrique describirá con detalle los diferentes modos de vincularse con esta Hermandad, según el modo de ser, las llamadas personales y las respuestas y los compromisos adquiridos.

Queremos terminar este recorrido con un texto en el que San Enrique comparte con sus lectores la fuerza de atracción de esta mujer, la gran “Bullidora de negocios”, Teresa de Jesús, y su capacidad para “enredar” corazones y generar “redes”:

(...) Y he ahí explicado el motivo de ese movimiento teresiano que de dos lustros a esta parte viene observándose en nuestra España. Porque viendo la gran Bullidora de negocios que este proceder le va bien con su esposo Cristo Jesús, lo aplica con todos sus devotos, y no cesa día y noche de continuo de clamar a sus oídos: Dadme hijos, dadme devotos, dadme amantes de mi Jesús… Y cada día el corazón de Teresa de Jesús es más exigente en este punto. Parece que las nuevas y grandes conquistas que cada día hace, avivan la de lograr otras mayores. "Dios me libre de estar muy cerca de santa Teresa de Jesús, decía un alma que la amaba no poco, porque temo hará una de las suyas de enredarme cada vez más". Y así sucede en verdad. Las cosas de la Santa empiezan por poco, y presto se ve uno enredado en tantas cosas, que no sabe por dónde salirse o escapar de estas redes y enredos santos. ¡Benditos enredos y benditas redes! ¡Ojalá, oh gran Teresa, en tu Centenario todo el mundo caiga en ellas para no salir ya más, sino para engolfarse en el peligro insondable del divino y eterno amor!”

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