
Al finalizar la Jornada Mundial de la Juventud que se ha celebrado en Lisboa quedan vivan muchas imágenes y palabras que, de una forma u otra, hemos seguido a través de los medios de comunicación. Un encuentro eclesial que es un soplo del Espíritu para todas las personas que directamente han participado en la Jornada y para las que lo han seguido por los medios de comunicación.
Cuando apenas falta un mes para que comience nuestro Capítulo general, ofrecemos algunos párrafos de las intervenciones del Papa que iluminan nuestro tema capitular, nuestro caminar como hermanas. Todas son textuales, no pretendemos ofrecer un artículo, sino acoger parte de esa LUZ que el Espíritu ha derramado durante estos días. Y si las palabras se iluminan con algunas de las imágenes, la #JMJ ¿podrán ser también LUZ para nuestro Capítulo?
ENCUENTRO CON AUTORIDADES, LA SOCIEDAD CIVIL Y EL CUERPO DIPLOMÁTICO
"Lisboa, abrazada por el océano, nos da, sin embargo, motivos de esperanza, es ciudad de la esperanza. Un océano de jóvenes está inundando esta acogedora ciudad; y quisiera agradecer el gran trabajo y el generoso compromiso de Portugal para acoger un evento tan complejo de gestionar, pero fecundo en esperanza. Como se dice por estos lares: «Junto a la juventud, uno no envejece». Jóvenes de todo el mundo, que cultivan deseos de unidad, de paz y de fraternidad, jóvenes que sueñan nos desafían a hacer realidad sus sueños de bien. No están en las calles para gritar de rabia, sino para compartir la esperanza del Evangelio, la esperanza de la vida. La Jornada Mundial de la Juventud es una oportunidad para construir juntos. Reaviva el deseo de crear novedad, de hacerse a la mar y navegar juntos hacia el futuro. Pongámonos a trabajar, pues, con creatividad para construir juntos. Imagino tres laboratorios de esperanza en los que todos podemos trabajar juntos: el medio ambiente, el futuro y la fraternidad.
¡Qué hermoso es redescubrirnos como hermanos y hermanas, trabajar por el bien común, dejando atrás contrastes y diferencias de puntos de vista! (2 de agosto)
VÍSPERAS CON LOS OBISPOS, SACERDOTES, DIÁCONOS, CONSAGRADOS, CONSAGRADAS, SEMINARISTAS Y AGENTES PASTORALES
Una segunda decisión: llevar adelante juntos la pastoral, todos juntos. En el texto Jesús confía a Pedro la tarea de navegar mar adentro, pero después habla en plural, diciendo «echen las redes» (Lc 5,4). Pedro guía la barca, pero en la barca están todos y todos están llamados a echar las redes. Todos. Y cuando recogen una gran cantidad de peces, no creen que pudieran hacerlo solos, no administran el don como posesión y propiedad privada, sino que —dice el Evangelio— «hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos» (Lc 5,7). Y así llenaron dos barcas de peces. Uno significa soledad, cerrazón, pretensión de autosuficiencia, dos significa relación. La Iglesia es sinodal, es comunión, ayuda recíproca, camino común. A esto tiende el Sínodo en curso, que tendrá su primer momento asambleario en el próximo mes de octubre. En la barca de la Iglesia tiene que haber lugar para todos: todos los bautizados están llamados a subir en ella y a echar las redes, comprometiéndose personalmente en el anuncio del Evangelio. Y no olviden esta palabra: todos, todos, todos.
Que la Iglesia no sea una aduana para seleccionar a quienes entran y no. Todos, cada uno con su vida a cuestas, con sus pecados, pero como está, delante de Dios, como está, delante de la vida… Todos. Todos. No pongamos aduanas en la Iglesia. Todos. Y es un gran desafío, especialmente en los contextos en que los sacerdotes y los consagrados están cansados porque, mientras las exigencias pastorales aumentan, ellos son cada vez menos. Sin embargo, en esta situación podemos ver una ocasión para involucrar, con impulso fraterno y sana creatividad pastoral, a los laicos. Las redes de los primeros discípulos, entonces, se convierten en una imagen de la Iglesia, que es una "red de relaciones" humanas, espirituales y pastorales. Si no hay diálogo, si no hay corresponsabilidad, si no hay participación, la Iglesia envejece. Quisiera decirlo así: jamás un obispo sin su presbiterio y el Pueblo de Dios; jamás un sacerdote sin sus compañeros; y todos unidos como Iglesia —sacerdotes, religiosas, religiosos y fieles laicos—, nunca sin los otros, nunca sin el mundo. Sin mundanidad, eso sí, pero no sin el mundo. En la Iglesia nos ayudamos, nos sostenemos mutuamente y estamos llamados a difundir también fuera un clima constructivo de fraternidad. (2 de agosto)
ENCUENTRO CON LOS JÓVENES UNIVERSITARIOS
Gracias, señora Rectora, por sus palabras. Obrigado. Ha dicho que todos nos sentimos “peregrinos”. Es una hermosa palabra, cuyo significado merece ser reflexionado. Literalmente significa dejar de lado la rutina cotidiana y ponernos en camino con un propósito, moviéndonos “a través de los campos” o “más allá de los confines”, es decir, fuera de la propia zona de confort, hacia un horizonte de sentido. En el término “peregrino” vemos reflejada la conducta humana, porque cada uno está llamado a confrontarse con grandes preguntas que no tienen respuesta, [no tienen] una respuesta simplista o inmediata, sino que invitan a emprender un viaje, a superarse a sí mismos, a ir más allá. (…)
Amigos, permítanme decirles: busquen y arriesguen. En este momento histórico los desafíos son enormes, los quejidos dolorosos —estamos viviendo una tercera guerra mundial a pedacitos—, pero abrazamos el riesgo de pensar que no estamos en una agonía, sino en un parto; no en el final, sino al comienzo de un gran espectáculo. Y hace falta coraje para pensar esto. Sean, por tanto, protagonistas de una “nueva coreografía” que coloque en el centro a la persona humana, sean coreógrafos de la danza de la vida. (…)
Como algunos de ustedes han evidenciado, debemos reconocer la urgencia dramática de hacernos cargo de la casa común. Sin embargo, esto no se puede hacer sin una conversión del corazón y un cambio en la visión antropológica que está en la base de la economía y de la política. No nos podemos conformar con simples medidas paliativas o con compromisos tímidos y ambiguos. (…)
A este propósito, es interesante que en la nueva cátedra dedicada a la “Economía de Francisco” ustedes hayan unido la figura de Clara. En efecto, la contribución femenina es indispensable. En el inconsciente colectivo cuántas veces está pensar que las mujeres son de segunda, son suplentes, no juegan de titulares. Y eso existe en el inconsciente colectivo. La contribución femenina es indispensable. (…)
La iniciativa del Pacto Educativo Global, y los siete principios que establecen su arquitectura, incluyen muchos de estos temas, desde el cuidado de la casa común hasta la plena participación de las mujeres, para llegar a la necesidad de encontrar nuevos modos de entender la economía, la política, el desarrollo y el progreso. Los invito a estudiar el Pacto Educativo Global, apasionarse por él. (…) Cada vez que alguien practica un gesto de hospitalidad, provoca una transformación. (3 de agosto)
ENCUENTRO CON LOS JÓVENES DE SCHOLAS OCCURRENTES
Scholas te pone en marcha, Scholas te hace respetar al otro y escuchar al otro que tiene algo que decirte y escucharte a vos porque tenés algo que decirle. Scholas te muestra el camino hacia adelante y, si por ahí te quedás, te levanta y te hace ir adelante. Scholas es un encuentro, caminando. Todos, del país que seas, de la religión que seas, solo mirar adelante y caminar juntos. (2 de agosto)
CEREMONIA DE ACOGIDA
Bem-vindos! Bienvenidos y gracias por estar aquí, ¡me alegra verlos! Me alegra escuchar el simpático alboroto que hacen y poderme contagiar de su alegría. Fueron llamados por mí, por el Patriarca, por sus obispos, sacerdotes, catequistas, animadores. ¡Vamos a agradecerles a todos los que los llamaron y a todos los que trabajaron para posibilitar esta reunión, y lo hacemos con un fuerte aplauso! Pero, sobre todo, es Jesús quien los llamó, agradezcámosle a Jesús con otro fuerte aplauso.
Ustedes no están aquí por casualidad. El Señor los llamó, no sólo en estos días, sino desde el comienzo de sus vidas. A todos nos llamó desde el comienzo de la vida. Él los llamó por sus nombres. (…) Al principio de la trama de la vida, antes de los talentos que tenemos, antes de las sombras de las heridas que llevamos dentro, hemos sido llamados. Hemos sido llamados, ¿por qué? Porque somos amados. Hemos sido llamados porque somos amados. Es lindo. A los ojos de Dios somos hijos valiosos, que Él llama cada día para abrazar, para animar, para hacer de cada uno de nosotros una obra maestra única, original. Cada uno de nosotros es único y es original, y la belleza de todo esto no la podemos vislumbrar.
Y es por eso [que] nosotros, su Iglesia, somos la comunidad de los que son llamados; no somos la comunidad de los mejores, no, somos todos pecadores, pero somos llamados así como somos. Pensemos un poquito esto en el corazón: somos llamados como somos, con los problemas que tenemos, con las limitaciones que tenemos, con nuestra alegría desbordante, con nuestras ganas de ser mejores, con nuestras ganas de triunfar. Somos llamados como somos. Piensen esto: Jesús me llama como soy, no como quisiera ser. Somos comunidad de hermanos y hermanas de Jesús, hijos e hijas del mismo Padre.
Amigos, quisiera ser claro con ustedes, que son alérgicos a la falsedad y a las palabras vacías: en la Iglesia, hay espacio para todos. Para todos. En la Iglesia, ninguno sobra. Ninguno está de más. Hay espacio para todos. Así como somos. Todos. Y eso Jesús lo dice claramente. Cuando manda a los apóstoles a llamar para el banquete de ese señor que lo había preparado, dice: "Vayan y traigan a todos", jóvenes y viejos, sanos, enfermos, justos y pecadores. ¡Todos, todos, todos! En la Iglesia hay lugar para todos.
Jesús nunca cierra la puerta, nunca, sino que te invita a entrar; entrá y ve. Jesús recibe, Jesús acoge. En estos días cada uno de nosotros transmite el lenguaje de amor de Jesús. Dios te ama, Dios te llama. ¡Qué lindo es esto! Dios me ama, Dios me llama. Quiere que esté cerca de Él.
Cada uno de nosotros tiene sus interrogantes dentro. Llevemos esos interrogantes con nosotros y llevemos en el diálogo común entre nosotros. (3 de agosto)
ENCUENTRO CON LOS REPRESENTANTES DE ALGUNOS CENTROS DE ASISTENCIA Y CARIDAD
La caridad, de hecho, es el origen y la meta del camino cristiano, y la presencia de ustedes, realidad concreta de "amor en acción", nos ayuda a no olvidar la ruta, el sentido de lo que estamos haciendo siempre. Gracias por sus testimonios, de los que quisiera subrayar tres aspectos: hacer el bien juntos, actuar concretamente y estar cerca de los más frágiles. Primero: hacer el bien juntos. "JUNTOS" es la palabra clave, que se ha repetido muchas veces en las intervenciones. Vivir, ayudar y amar juntos; jóvenes y adultos, sanos y enfermos, juntos. João nos ha dicho algo muy importante, que uno no se debe dejar "definir" por la enfermedad, sino hacerla parte viva del aporte que nosotros damos al conjunto de la comunidad. Es verdad, no debemos dejarnos "definir" por la enfermedad, o por los problemas, porque no somos nosotros una enfermedad, no somos un problema. Cada uno de nosotros es un regalo, es un don, un don único —con sus límites—, pero un don, un don valioso y sagrado para Dios, para la comunidad cristiana y para la comunidad humana. Entonces, así como somos, enriquezcamos el conjunto y dejémonos enriquecer por el conjunto.
Cuando no se pierde tiempo en lamentarse de la realidad, sino que nos preocupamos por afrontar las necesidades concretas, con alegría y confianza en la Providencia, ocurren cosas maravillosas. Lo atestigua vuestra historia. Del cruce de miradas con un anciano en la calle nace un centro de caridad integral, como este en el que nos encontramos; de un desafío moral y social, la "campaña por la vida", nace una asociación que ayuda a las madres y a las familias que esperan un bebé, así como a niños, adolescentes y jóvenes en dificultad, para que, como nos ha dicho Sandra, encuentren un proyecto de vida seguro; de la experiencia de la enfermedad nace una comunidad de apoyo a quien afronta la batalla contra el cáncer, especialmente los niños, para que, como nos ha dicho João, "el progreso del tratamiento y una mejor calidad de vida sean para ellos una realidad". Gracias por todo lo que hacen. Con mansedumbre y amabilidad, sigan dejándose interpelar por la realidad, con sus pobrezas antiguas y nuevas, y respondan de manera concreta, con creatividad y valentía.
Estar cerca de los más frágiles. Todos somos frágiles y menesterosos, pero la mirada de compasión del Evangelio nos lleva a ver lo que le falta a quien más necesita. Y a servir a los pobres, los predilectos de Dios, que se hizo pobre por nosotros (cf. 2 Co 8,9), a los excluidos, los marginados, los descartados, los pequeños, los indefensos. Ellos son el tesoro de la Iglesia, son los preferidos de Dios. Y, entre ellos, recordemos que no debemos hacer distinciones. Para un cristiano, en efecto, no hay preferencias ante el necesitado que llama a nuestra puerta, ya sean connacionales o extranjeros, pertenecientes a un grupo o a otro, jóvenes o ancianos, simpáticos o antipáticos. (3 de agosto)
VIA CRUCIS
Jesús es el Camino y vamos a caminar con Él, porque Él caminó. Cuando estuvo entre nosotros, Jesús caminó. Caminó, curando a los enfermos, atendiendo a los pobres, haciendo justicia, caminó predicando, enseñándonos. Jesús camina, pero el camino que más está grabado en nuestro corazón es el camino del Calvario, el camino de la Cruz. Y hoy ustedes van con la oración, nosotros, yo también, con la oración van a renovar el camino de la Cruz. Y miremos a Jesús que pasa y caminemos con Él.
Jesús, con su ternura, enjuga nuestras lágrimas escondidas. Jesús espera colmar, con su cercanía, nuestra soledad. ¡Qué tristes son los momentos de soledad! Él está ahí, Él quiere colmar esa soledad. Jesús quiere colmar nuestro miedo, tu miedo, mi miedo, esos miedos oscuros los quiere colmar con su consolación. Y Él espera a empujarnos a abrazar el riesgo de amar. Porque ustedes lo saben, lo saben mejor que yo: amar es riesgoso. Hay que correr el riesgo de amar. Es un riesgo, pero vale la pena correrlo, y Él nos acompaña en esto. Siempre nos acompaña. Siempre camina. Siempre, a lo largo de la vida, está junto a nosotros. (4 de agosto)
REZO DEL ROSARIO CON LOS JÓVENES ENFERMOS - Fátima
La pequeña capilla en la que nos encontramos es como una hermosa imagen de la Iglesia: acogedora, sin puertas. La Iglesia no tiene puertas, para que todos puedan entrar. Y aquí también podemos insistir en que todos puedan entrar, porque esta es la casa de la Madre, y una madre siempre tiene el corazón abierto para todos sus hijos, todos, todos, todos, sin exclusión.
Nuestra Señora apressada y Nuestra Señora que acompaña, siempre acompaña. ¡Nunca es protagonista! Estos son los dos gestos de María, pensémoslo bien: nos acoge a todos y señala a Jesús, y esto lo hace un poco apurada, apressada. Nuestra Señora apressada, que nos acoge a todos y nos señala a Jesús. Y cada vez que venimos aquí, recordamos esto: María aquí se hizo presente de una manera especial, para que la incredulidad de tantos corazones se abriera a Jesús, con su presencia nos señala a Jesús, siempre señala a Jesús. (5 de agosto)
EUCARISTÍA PARA LA JMJ
Nos volvemos luminosos, brillamos, cuando, acogiendo a Jesús, aprendemos a amar como Él. Amar como Jesús, eso nos hace luminosos, eso nos lleva a hacer obras de amor.
Este es mi Hijo amado, escúchenlo. Está todo aquí, y todo eso que hay que hacer en la vida está en esta palabra: Escúchenlo. Escuchar a Jesús, todo secreto está ahí. Escuchás qué te dice Jesús. "Yo no sé qué me dice". Agarrá el Evangelio y leé lo que dice Jesús y lo que dice en tu corazón. Porque Él tiene palabras de vida eterna para nosotros; Él revela que Dios es Padre, es amor. Él nos enseña el camino del amor, escúchalo a Jesús. Escúchalo, porque Él te va a decir cuál es el camino del amor. Escúchalo.
A ustedes, jóvenes, que han vivido este gozo, estaba por decir esta gloria, este encuentro con nosotros; a ustedes que cultivan sueños grandes pero a veces ofuscados por el temor de no verlos realizarse; a ustedes, que a veces piensan que no serán capaces, un poco de pesimismo se nos mete a veces; a ustedes, jóvenes, tentados en este tiempo por el desánimo, por juzgarse quizás fracasados o por intentar esconder el dolor disfrazándolo con una sonrisa; a ustedes, jóvenes, que quieren cambiar el mundo —y está bien que quieran cambiar el mundo— y que quieren luchar por la justicia y la paz; a ustedes, jóvenes, que le ponen ganas y creatividad a la vida, pero que les parece que no es suficiente; a ustedes, jóvenes, que la Iglesia y el mundo necesitan [como] la tierra necesita la lluvia; a ustedes, jóvenes, que son el presente y el futuro; sí, precisamente a ustedes, jóvenes, [Jesús] hoy les dice: "No tengan miedo".
Quisiera mirar a los ojos a cada uno de ustedes y decirles: no tengan miedo. No tengan miedo. Es más, les digo algo muy hermoso, ya no soy yo, es Jesús mismo quien los está mirando en este momento. Nos está mirando. Él los conoce, conoce el corazón de cada uno de ustedes, conoce la vida de cada uno de ustedes, conoce las alegrías, conoce las tristezas, los éxitos y los fracasos, conoce el corazón de ustedes. Lee vuestros corazones y Él hoy les dice, aquí, en Lisboa, en esta Jornada Mundial de la Juventud: "No tengan miedo". Anímense, "no tengan miedo".
Amigos, permítanme también yo, ya viejo, comparta con ustedes, jóvenes, un sueño que llevo en el corazón: el sueño de la paz, el sueño de los jóvenes que rezan por la paz, viven en paz y construyen un futuro de paz. Por medio del Ángelus pongamos el futuro de la humanidad en manos de María, Reina de la Paz. (6 de agosto)
ENCUENTRO CON LOS VOLUNTARIOS
Quien ama no se queda de brazos cruzados, quien ama, sirve, y quien ama corre a servir, corre a entregarse en el servicio a los demás. Y ustedes, corrieron, ¡eh! Corrieron bastante en estos meses. Yo pude ver el final nomás, en estos días. Ver mientras respondían a mil necesidades, a veces con la cara marcada por el cansancio, otras veces un poco abrumados por las urgencias del momento, pero siempre noté una cosa, que tenían los ojos luminosos, luminosos por la alegría del servicio. ¡Gracias!
Ustedes posibilitaron este encuentro Mundial de la Juventud, hicieron grandes cosas pero con gestos pequeños, como ofrecer una botella de agua a un desconocido, y eso crea amistad. Ustedes corrieron mucho, pero no con la carrera frenética y sin rumbo que a veces es la que nos pide este mundo, no. Ustedes corrieron de otro modo. Corrieron una carrera que lleva al encuentro con los demás, para servir a los demás en nombre de Jesús. ¡Y ustedes vinieron a Lisboa para servir y no para ser servidos! ¡Gracias! ¡Muchas gracias!
Y ahora quisiera ser yo el amplificador, para que resuene lo que nos han dicho los testimonios, los testimonios de Chiara, Francisco y Filipe. Los tres nos hablaron de un encuentro especial con Jesús. NOS HAN RECORDADO que EL ENCUENTRO MÁS HERMOSO, EL MOTOR DE TODOS LOS DEMÁS, EL QUE NOS HACE CAMINAR EN SERIO, QUE LLEVA ADELANTE LA VIDA, ES CON JESÚS. Es el encuentro más importante de nuestra vida. Renovar cada día el encuentro personal con Jesús es el centro de la vida cristiana. Y hay que renovarlo cada día para mantenerlo fresco, no sólo en la cabeza sino en el corazón. Experimentamos que un pequeño "sí" a Jesús puede cambiar la vida. Pero también los "sí" dichos a los demás hacen bien, cuando son para el servicio. Ustedes en los momentos de cansancio se animaron y siguieron diciendo "sí" para servir a los demás. ¡Gracias por esto!
El encuentro con Jesús es un momento personal, único, que se puede describir y contar sólo hasta cierto punto, pero siempre llega gracias a un camino recorrido en compañía, realizado gracias a la ayuda de los demás. Encontrar a Jesús y encontrarlo en el servicio a los demás." (6 de agosto)
Añadir al finalizar esta selección de textos la insistente petición del Papa Francisco: "no se olviden de rezar por mí".