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La Palabra nos hace hermanas en el camino IHS-STJ

capilla con la Palabra de Dios

El día 22 de enero nos encontramos las hermanas que viven en la Casa general de las Hijas de Jesús, y las hermanas de la comunidad de nuestra Curia general. A simple vista, un encuentro más de hermanas como solía ser, pero si somos capaces de reconocer más allá de lo aparente, descubrimos que, en unas pocas horas, vivimos mucho de lo que nos mueve el corazón y nos alimenta la fe y la esperanza.

Esa tarde se iniciaba en la Iglesia el Domingo de la Palabra de Dios, y reunidas en torno a ella, comenzamos a celebrar nuestro encuentro. En un tiempo de oración, agradecimos el inmenso don que es la Palabra y cómo ella nos va revelando el rostro de Jesús y el de nuestros hermanos y hermanas.

A la vez que recordábamos que esta conmemoración se sitúa en la semana de oración por la unidad de los cristianos, acogimos la llamada a ser artesanas de la unidad de la mano del Hno. Alois, Prior de Taizé, que nos animaba a vivir y compartir la oración centrada en la Palabra de Dios con personas de diferentes Iglesias; si lo hiciéramos, descubriríamos que el Espíritu Santo es capaz de sorprendernos descubriendo que es Jesús quien nos reúne y que el amor de Cristo irradia más claramente…

Y así, llamadas a ser artesanas de la unidad y a la luz de la Palabra, nos reconocimos caminando juntas compartiendo nuestros carismas, con esas peculiaridades de nuestras familias carismáticas, pero al mismo tiempo, con la certeza que somos hermanas en Jesús, discípulas y compañeras en el camino. ¡Todo con sabor a sinodalidad!

Después de orar juntas, tuvimos un tiempo muy agradable para enseñar nuestro museo, y para compartir un rato de convivencia en torno a una cena preparada con mucho cariño.

Fueron apenas unas horas, pero en ellas, las dieciséis mujeres que nos encontramos, pudimos experimentar y compartir que somos muy afortunadas. Afortunadas por haber sido alcanzadas por Jesús y su Palabra, porque con su gracia y Espíritu nos convoca a vivir en comunidad, y porque además nos regala hermanas de otras congregaciones que nos acercan al rostro de Dios. Dificultades no faltan, es verdad, pero descubrirnos hermanas y en nosotras, descubrir a tantos hombres y mujeres con los que caminamos como Pueblo de Dios a la luz de la Palabra, nos sostiene y alienta para seguir adelante.

Tan solo fue una tarde, pero en miradas, sonrisas, comentarios, gestos y detalles mutuos, quedaba el agradecimiento a nuestro Dios que nos invita a vivir esta apasionante aventura de seguirle y poner lo mejor de cada una, para que, a través de nosotras, su Palabra se siga encarnando en nuestro mundo.

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