Durante el mes de julio, en los días del 20 al 30, el Gobierno general visitará la delegación de Notre Dame d’Afrique, que cuenta con presencia teresiana en los países de Costa de Marfil y Burkina Faso. Actualmente, las once hermanas que forman la delegación - 8 de votos perpetuos y 3 de votos temporales-, se distribuyen en las tres comunidades en esta delegación: dos en Costa de Marfil y una en Burkina Faso. En Costa de Marfil, en Abidjan, una comunidad acoge a las hermanas en formación inicial -juniorado y prenoviciado-. Las hermanas colaboran en la pastoral parroquial, y en colaboración con otras instituciones ofrecen actividades de formación y acompañamiento psicológico: un Internado, el “Foyer Notre Dame”, que aloja algunas alumnas del colegio Saint Henri de Osso y un Centro de Formación Técnica y Profesional llamado “Sainte Thérèse d’Avila” (CFTP-STA) que acoge a alumnos y alumnas de ciclo medio en el que se encuentra el dispensario “Notre Dame” al servicio del Centro pero también abierto al resto de la población. En Burkina Faso el Liceo “Saint Henri de Osso” acoge a los alumnos y alumnas de primer y segundo ciclo de secundaria. Además, en ambos países las hermanas colaboran con la pastoral parroquial y vocacional.
Pero…ahondemos un poco más. ¿Qué sabemos de la realidad de estos países? Situémoslos primero en el mapa. Costa de Marfil se encuentra en la costa oeste de África. Tiene una población de alrededor de 28 millones de personas en la que conviven más de 60 grupos étnicos. La religión predominante es el islam (alrededor del 43%) seguido del cristianismo (34%) y las religiones indígenas tradicionales (alrededor del 11%). El norte de Costa de Marfil linda con Burkina Faso, un país sin salida al mar y cercano al desierto del Sáhara, lo cual lo convierte en una tierra muy seca. Su población es algo menor que la de Costa de Marfil, se estima que es de 23 millones de personas. Sin embargo, la presencia del islam es mayor, alcanzando el 61% de la población. El cristianismo se extiende en un 23% de la población y un 15% de la población profesa religiones indígenas tradicionales.
Ambos países comparten un pasado colonial francés, pero mientras Costa de Marfil tuvo una historia post colonial relativamente estable y pacífica (aunque no exenta de períodos de conflictos que, afortunadamente, pudieron ser superados), la independencia de Burkina Faso ha sido mucho más convulsa, caracterizada por los constantes golpes de estado (el último de ellos, en 2022) y los fuertes ataques terroristas que han causado desplazamientos masivos y una gran crisis humanitaria. Costa de Marfil tiene ahora una economía más diversificada y desarrollada. Sin embargo, Burkina Faso depende más de la agricultura y la minería, un sector de por sí inestable que debe luchar por sobrevivir en un clima también hostil e inseguro.
En ambos países las comunidades cristianas son muy dinámicas, pues los laicos se implican mucho en la vida parroquial. Llama especialmente la atención la liturgia, que está muy viva y goza de gran participación de gente joven.
Ojalá que el carisma teresiano se vaya enraizando cada vez más en estas tierras.