
En el volumen 4 de la II parte de la Historia de Compañía, encontramos sobre los comienzos de la Compañía en Brasil (pg 221 y ss):
“La Compañía llegó a Brasil en 1911. Las primeras casas, junto con las de Uruguay, Paraguay, Argentina y Chile formaron parte de la provincia San José. Las grandes distancias entre las casas, las dificultades por atender a cada país según sus peculiaridades y las leyes de enseñanza cada vez más complejas en las diferentes naciones, llevaron a cuestionarse la existencia de una provincia tan grande que no facilitaba la creación de vínculos entre las hermanas.
Otra fuente de problemas dentro de la gran provincia de San José fue el idioma. En Montevideo, la mayor parte de las formandas eran brasileñas, hijas o nietas de inmigrantes polacos, italianos y alemanes, que en sus casas hablaban la lengua de origen, entendían bien el portugués, aunque no lo hablaran del todo correctamente, por lo que recibir la formación en español, para la mayoría, suponía una dificultad añadida. Además, los trámites de salida de Brasil al extranjero eran bastante complicados, y al mismo tiempo se daba el hecho de que Brasil ya tenía las condiciones necesarias para ser una provincia. Preocupadas por buscar las mejores soluciones, las hermanas empezaron con la fundación de la casa noviciado en Nova Friburgo, en el interior del Estado de Río de Janeiro, el 22 de abril de 1952. En 1957 se trasladó a Porto Alegre-Río Grande del Sur, en donde surgían muchas vocaciones.
El gobierno general, conocedor de las dificultades y sensible a lo que se pedía, decidió en el octavo Capítulo general (1957) dividir la provincia San José en dos. El 28 de enero de 1958 se erigió la provincia Nuestra Señora de Fátima, con las casas de Brasil: tres colegios, un pensionado y el noviciado. Solicitado por las hermanas, en 1966, la provincia pasó denominarse provincia Nossa Senhora Aparecida, por ser el nombre de la patrona de Brasil.
Las hermanas que formaron las primeras comunidades llevaron a cabo un trabajo inmenso. Al mismo tiempo que atendían las obras, realizaron una gran tarea con personas y familias pobres, catequesis, enseñanza de manualidades a las mujeres, visitas a familias, brindando todo tipo de ayuda. Tanto el noviciado como las comunidades, el pensionado y los colegios se mantenían, aunque las hermanas vivían pobremente, con solo lo necesario.”
Desde aquel 1911 ha quedado entregada y sembrada mucha vida de hermanas teresianas y de laicas y laicos que han colaborado en la misión apostólica de un país tan apasionante como Brasil. Leer en la historia de Compañía cada fundación o cierre, es adentrarse en la historia que fue guiando a las hermanas; por ejemplo, “el criterio inicial para fundar en Río de Janeiro fue el disponer de una casa y ser el puerto de mar donde atracaban los navíos procedentes de Europa, en los cuales llegaban las hermanas destinadas a América. Otro fue el de suplir la falta de escuelas católicas y dar una orientación cristiana a la educación. El tercero, que la ciudad de Río era la capital de Brasil y tener una comunidad allí facilitaba que se pudieran tramitar documentos sin que las hermanas del sur tuvieran que desplazarse…” (pg 327).
Destacar también que “a partir de los años ochenta las hermanas optaron más radicalmente por los pobres y la educación popular. Siguiendo las orientaciones de Medellín (1968) y Puebla (1979) se abrieron las casas donde las hermanas percibieron carencias y necesidades del pueblo." (pg 328)
Mirar atrás es reconocer el paso de Dios, pero contemplar el presente de la Compañía en Brasil es reconocer su fidelidad sostenida en las hermanas y en la Familia teresiana.
En la actualidad, la Provincia Nossa Senhora Aparecida desarrolla su actividad apostólica en tres centros escolares, en tres obras sociales que atienden a la infancia en situación de vulnerabilidad, en el Centro de Espiritualidad Teresiana (CETIN), mediante la Red de Mujeres, la Familia teresiana con varios grupos, el MTA, la PJVT que reúne a jóvenes y cuida de su formación y algunas hermanas están presentes en catequesis de las Parroquias. Un total de 62 hermanas comparten vida en 12 comunidades.