
Querida Familia Teresiana:
Un año más tengo la alegría de celebrar esta fiesta tan querida para todos nosotros y, de nuevo, dirigirme a cada una/o para hacer memoria de Teresa de Jesús en el hoy del mundo y de la Iglesia.
Quiero recordar a todos los miembros que han sufrido de cerca las consecuencias de la pandemia, y a los que nos han dejado, pero siguen formando parte de nuestras vidas y de nuestros recuerdos.
Siempre me sorprende cómo la voz y las diferentes llamadas que hace la iglesia en los últimos tiempos, orientan muchos de los pasos que vamos dando los teresianos/as. Hace un año, acogíamos como Familia el mensaje de la encíclica Fratelli tutti que nos invitó a caminar hacia ese amor de Dios y del prójimo que no conoce fronteras, se abre a todos/as sin excepción y nos compromete a trabajar por la paz, el diálogo, la reconciliación y la amistad social. Y este año, tenemos la oportunidad de ser testigos y protagonistas de un acontecimiento eclesial de gran trascendencia: un Sínodo que cuenta con la participación activa e imprescindible de todo el Pueblo de Dios.
Y una vez más nuestra pertenencia a esta Familia Teresiana de Enrique de Ossó y a esta iglesia nos interpela y nos hace corresponsables en este camino que iniciamos al lado de muchos hermanos y hermanas.