Las hermanas del Equipo General han visitado las comunidades de Abidjan y Man y de ellas vuelven repletas de detalles, cuidados y gestos de cariño. Se reunieron todas en Man para compartir con las hermanas de esta Delegación su Asamblea General. En esta se ha iniciado la programación, a cuatro años vista y partiendo del Documento Capitular, de la vida que la Compañía de Santa Teresa sueña para África Occidental. En la Asamblea General no ha faltado tiempo para la formación, que ha llegado de la mano de expertos en temas de sociedad que han puesto el foco en las realidades de Burkina Faso y Costa de Marfil. Nuestro deseo, como lo fue el de Teresa de Jesús en el siglo XVI, es poder dialogar y dar respuesta desde el Evangelio a los grandes desafíos del mundo complejo de hoy, en el que queremos estar insertas y fuertemente comprometidas.
Además, durante la Asamblea se dedicó un tiempo de calidad a profundizar en nuestra Identidad Teresiana desde algunas perspectivas clave: “Somos mujeres consagradas teresianas, en comunidad de discípulas, en la Iglesia y en el mundo”. Estos rasgos fueron presentados por diferentes hermanas del Equipo general y supusieron una oportunidad de volver con gozo a las fuentes, reavivar deseos de seguimiento de Jesús en la Compañía y seguir ahondando en nuestro carisma teresiano, siempre vivo y encarnado en diferentes rostros culturales.
Entre las muchas y tan bonitas experiencias vividas durante estos días, nos alegra de manera especial haber sido testigos de la entrega oficial del título de propiedad de un terreno para la construcción de un complejo escolar teresiano en Abidjan. Pese a que Abidjan es la ciudad más grande de Costa de Marfil y actúa como centro financiero del país, la educación sigue enfrentando muchos desafíos y es, en muchos casos, deficiente. ¡Pronto os anunciaremos de qué manera podéis ayudarnos a que este sueño se convierta en una realidad!
Partimos de esta querida tierra con nuestras tiendas ensanchadas y la certeza de que el Señor siempre multiplica y bendice nuestros panes cuando los compartimos. Gracias a cada una de las hermanas por habernos hecho experimentar que la sinodalidad no solo es posible, sino que es el único camino posible. Seguimos trabajando juntas y juntos para dar a conocer a Jesús y hacer presente el Reino de Dios y su justicia.
