
En adviento encendemos velas para expresar que el tiempo va avanzando, y que, con él, se acerca el nacimiento de Jesús. Cada vela, cada semana, es un paso que nos abre a la esperanza y al agradecimiento por el amor de Dios hecho humanidad en Jesús. De la misma forma, este adviento, en la Casa general de Zaragoza, han ido pasando las semanas, y con ellas, llenándose de luz la casa, porque también, poco a poco, fueron llegando las hermanas que, unidas a Ángela Cuadra y Pilar Liso, forman el Equipo de gobierno general. La primera en llegar fue Cristina Elgorriaga (Ecónoma general) desde España;a continuación Guadalupe Hoyos (Delegada general de formación) desde España; luego Clarice Suchy (Consejera general) procedente de Estados Unidos; a los pocos días Teresa Katumbu (Consejera general) desde Angola, y por último, Ana Mª Chávez (Delegada general de Educación) desde México.
Desde el principio han querido ponerse en comunicación con toda la Familia teresiana, y prácticamente a la vez que comienzan su andadura, nos abren las puertas de inicio como Equipo y nos cuentan cómo han comenzado. ¡Gracias hermanas! Que sean siempre portadoras de LUZ y ESPERANZA.
“Les compartimos, que, desde el día 14 de diciembre, nos encontramos ya todas las hermanas del equipo de gobierno general en Zaragoza. La llegada de cada una ha estado llena de acogida, de gratitud por la disponibilidad, de alegría por encontrarnos y comenzar juntas esta nueva etapa de nuestro servicio en la Compañía.
Después de darnos unos primeros días para que cada una pudiéramos instalarnos, reconocer nuestro lugar de destino y misión, familiarizarnos con la casa y, por supuesto, visitar a la Virgen del Pilar, a quien confiamos nuestro servicio y a toda la Compañía, los días del 18 al 20 de diciembre, los dedicamos a compartir juntas cómo queremos vivir como comunidad al servicio de la Compañía.
Comenzamos estos días compartiendo, -en un clima orante y teniendo presente este tiempo de adviento, que en estas latitudes coincide con el cambio de estación del otoño al invierno-, todo aquello que sentimos la necesidad de “dejar ir” porque ya ha cumplido su tiempo, su función o porque quizás puede no dejar fluir la vida; y acogiendo aquello que necesitamos “dejar venir” para alumbrar vida y alentar la esperanza. Escucharnos, comenzar a conocernos, conectar con lo que cada una está viviendo en este momento en su interior, ha sido un primer paso para comenzar a crear vínculos entre nosotras. También, nos hemos dado tiempo para expresar lo que deseamos y pedimos para la Compañía y para nuestro mundo hoy y, hemos querido escuchar nuevamente el envío del Señor con las palabras del profeta Isaías que se nos ofrecen en este tiempo de adviento y que está en el centro de la misión de Jesús: “El Espíritu del Señor, Dios, está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para curar los corazones desgarrados, proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad; para proclamar un año de gracia del Señor.” (Isaías 61, 1-2ª)
Haciendo memoria del asombro de los primeros discípulos ante la llamada de Jesús, hemos dedicado tiempo para compartir lo que para cada una está significando la misión que se nos confía, los sentimientos y deseos que está suscitando, las invitaciones del Señor a ensanchar la tienda y a compartir nuestros panes y peces.
A la luz del relato de Rut y Noemí, mujeres vulnerables y resilientes, compañeras de esperanza en el camino de la vida, y del horizonte y opción capitular, hemos comenzado a compartir cómo deseamos vivir esta comunidad en misión, qué queremos cuidar y desde dónde queremos servir.
Y con el deseo de conocernos más profundamente -con la ayuda de algunas herramientas-, compartimos rasgos de nuestra personalidad y de nuestro perfil de liderazgo. Queremos poner todos los medios para dejar hacer al Señor y para que podamos encarnar como comunidad-equipo, lo que somos llamadas a vivir como Compañía hoy, para hacer presente el reino de Dios en este momento de la historia.
Durante estos días, hemos tenido muy presentes a las hermanas de la Compañía, a las diferentes realidades donde estamos enviadas, a tantas personas con quienes compartimos el don del carisma teresiano de Enrique de Ossó y, por supuesto, a nuestro mundo tan necesitado de paz, de reconciliación y de una vida justa y digna para todos. Nuestro mayor deseo es, queremos compartirlo con nuestra vida, nuestro servicio y nuestra palabra, “hacer lo poquito que es en nosotras” para favorecer la vida y alentar la esperanza.” Hnas. Equipo de gobierno general
