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Ucrania en la Casa general

Matrimonio de Ucrania descansa en la Casa general

El día 4 de abril llegaron a la Casa general doce personas procedentes de Ucrania. Compartimos qué nos ha llevado a abrir nuestra casa y ensanchar nuestra comunidad.

Hay veces que la vida parece una película. Apenas hace dos años asistíamos al inicio de la pandemia del Covid y vimos cómo el mundo se quedaba desierto mientras millones de personas morían. En la actualidad, asistimos “en directo” a una guerra que nos hace experimentar qué inestable es la paz y qué fuerza tiene el mal; esta guerra, estos refugiados, además, nos recuerdan que hay otras muchas guerras y personas olvidadas.

El 24 de febrero no solo Rusia invadió Ucrania, sino que también comenzó una fuerte desestabilización en todos los sentidos y órdenes. Hace tiempo venimos escuchando y repitiendo que “todo está conectado”, y en este momento, volvemos a experimentarlo. Lo que ocurre en Ucrania, país del que la mayoría conocíamos muy poco, de pronto pasa a formar parte de la vida, del dolor, de conversaciones y tiempos de oración, de encuentros y manifestaciones por la paz.

De la mano de esta guerra, en muchos lugares de Europa, ha comenzado otra desestabilización: la de personas, familias, instituciones, gente conocida y anónima, que está perdiendo su estabilidad para ponerse en movimiento y ver qué puede ofrecer, cómo colaborar.

También, desde ese 24 de febrero, de alguna manera, la vida de la comunidad de las hermanas de la Casa general de Roma ha ido cambiando. Seguir las noticias, comentar lo que íbamos sabiendo, intentar conocer más profundamente la situación, dialogar y orar por la paz, por los que sufrían, por los que generan la violencia. Desde ese 24 de febrero, también comenzó un éxodo de personas que salían de Ucrania, dejando atrás todo.

Gracias a la valentía y vocación de periodistas y agencias en primera línea, hemos conocido noticias desgarradoras, pero también, desde ese día 24, nos han bendecido otras muchas noticias que hablaban de gente buena, valiente y solidaria, gente anónima que se puso en camino para ayudar, noticias de organizaciones internacionales, de ONG’s, de donaciones, de camiones en marcha llevando solidaridad.

Podrá decirse de muchos lugares del mundo, pero hoy nosotras, contemplamos sobrecogidas la generosidad y solidaridad del pueblo italiano, porque miles de gestos expresan que los brazos se abren más y más, como queriendo acoger. El día 5 de marzo fuimos a la Basílica de Santa Sofía* y como en una procesión que camina lentamente y acompaña a quien sufre, cientos de coches esperaban para entregar donaciones; al llegar a la Basílica, hermanos y hermanas de Ucrania (la colonia en Roma es inmensa) ayudados por muchos voluntarios, recibían y distribuían todo en los camiones que partirían inmediatamente hacia los países de primera acogida. Deseos de ayudar hechos gestos concretos.

Con la misma rapidez que estalló la invasión, las organizaciones comenzaron a movilizarse y a llamar a todas las puertas posibles.

El día 6 de marzo, Asunción Codes, compartió con la comunidad la carta que había recibido de la UISG en la que se leía:

“Estamos viviendo días difíciles, colmados de preocupaciones y desorientación a causa de la guerra que ha vuelto a conmover al continente europeo, socavando la paz y la convivencia de los pueblos.

Cada guerra es siempre un fracaso y una derrota para todos. Seguimos con preocupación la evolución de este inesperado y trágico conflicto. Sintámonos llamadas a intensificar nuestra oración personal y comunitaria para invocar el don de la paz en esta situación que puede tener consecuencias mundiales.

No sabemos cómo evolucionará este conflicto, pero somos conscientes de que miles de personas (predominantemente mujeres, niños, ancianos y personas vulnerables) están abandonando Ucrania en busca de protección y refugio.

Son varias las Organizaciones Nacionales que se están organizando, pero en estos días, algunos amigos de la Comunidad de San Egidio, han compartido con nosotras un llamamiento concreto: piden nuestra colaboración en el proyecto de acogida de refugiados.

Y así, aprendiendo de este pueblo de Italia que tan generosamente está respondiendo desde sus ciudadanos y desde los organismos públicos, nos preguntamos si podíamos ofrecer algo. Lo hablamos y oramos, intentamos pensar pros y contras teniendo en cuenta la situación de la comunidad y de la casa y nos decidimos a ofrecernos a la Comunidad de San Egidio para acoger a un grupo.

Comenzamos los contactos, primero por mail, luego presencialmente, y con la rapidez que la urgencia exige, nos pidieron preparar la casa para que un grupo pudiera vivir con nosotras.

Y así, el día 3 de abril, comenzaba un viaje de 1.400 kilómetros un autobús, en el que viajaban 28 pacientes en diálisis, cuya vida corría peligro debido a las condiciones a las que se tienen que enfrentar en materia de salud debido a la guerra, acompañados de otras 24 personas que llegaron a Roma directamente desde Ucrania gracias a la infraestructura e impresionante compromiso de la Comunidad de San Egidio. La primera parada del autobús en Roma la hicieron en nuestra casa, y después de algunos requisitos legales y sanitarios, se quedaron con nosotras las doce personas que San Egidio había asignado teniendo en cuenta nuestras posibilidades: Natalia, Serhii, Oleksandr, Maksym, Tamara, Valentyna, Yevhen, Liudmyla, Kostiantyn, Natalia, Veronika y Serhii, desde el día 4 de abril viven en nuestra casa.

Ha pasado algo más de una semana desde que llegaron. Gracias a personas de la Comunidad de San Egidio, amigos y amigas ucranianas  con los que contactan, gracias a los traductores que ahora permanentemente tenemos en nuestros teléfonos, a algunas palabras de inglés y del italiano que quieren ir aprendiendo, gracias a muchos gestos, vamos comunicándonos un poquito. Casi no sabemos nada de sus vidas, pero detrás de cada uno hay una historia. Trajeron apena una maleta o bolsa por equipaje, pero también traen sus recuerdos, sus familias, sus casas, sus trabajos, sus coches, sus mascotas…, el esfuerzo de toda una vida que en un momento han dejado atrás y que nos muestran en las imágenes de sus celulares.

La Comunidad de San Egidio la forman hombres y mujeres que están unidos por un lazo de fraternidad basado en la escucha del Evangelio y en el trabajo voluntario y gratuito por los pobres y por la paz. Su compromiso en los lugares con guerra siempre los lleva a atender a las personas más vulnerables. Cuando cada día vemos en nuestra casa los coches que llevan a algunas de las personas al Hospital San Camilo para la diálisis, palpamos que la solidaridad salva vidas.

Nosotras aún estamos “cogiendo ritmo”, tenemos que reajustar y “reajustarnos”, pero ¿qué es eso comparado con lo que han tenido que hacer ellos y ellas?

Desde la pandemia la Casa general se había llenado de silencio porque se dejaron de acoger grupos. Ahora escuchamos hablar en un idioma que no entendemos, cada noche huele la comida que se preparan, probablemente recordando su tierra, sus sabores. Las personas de la Comunidad de San Egidio entran y salen de casa porque ya es también un poco suya. El día 12 un grupo de jóvenes de la comunidad “asaltó” nuestra cocina para preparar una deliciosa pasta carbonara como gesto de bienvenida y para ir creando lazos de amistad y encuentro; durante la cena, conversaciones "milagrosas" en distintos idiomas en las que se hablaba de las comidas típicas de cada lugar, y también de la primera salida por Roma que pudieron disfrutar el día 10 acompañados de un guía ucraniano. 

Dice Javier Melloni sj que “sostenerse en estado de acogida y ofrenda convierte el exilio en Reino”. Nos queda camino por delante, no todo será fácil, pero ya experimentarnos que sostenernos en estado de acogida y ofrenda hace posible el Reino, lo experimentamos en nosotras, en las hermanas de la comunidad de Via Fregenne que nos preguntan y se ofrecen a ayudar, en las personas de la Comunidad de San Egidio, en Gabriella Richichi nuestro enlace, y en Natalia, Serhii, Oleksandr, Maksym, Tamara, Valentyna, Yevhen, Liudmyla, Kostiantyn, Natalia, Veronika y Serhii que nos devuelven con la mirada que el Reino no tiene otro lenguaje que el del amor, el agradecimiento y la fraternidad.

Hermanas de la comunidad de la Casa general: Asunción, Ángela, María Rosa, Pili, Luzia, Conchi y Gema.

* La Basílica de Santa Sofía sirvió como la iglesia madre de la Iglesia Católica Griega de Ucrania, mientras que la Catedral de San Jorge en Lviv fue controlada por la Iglesia Ortodoxa Rusa
  • Llegada del autobús desde Ucrania a Roma
  • Oratorio de la comunidad
  • Basílica Santa Sofía solidaridad
  • Basílica Santa Sofía solidaridad
  • Descansando matrimonio ancianos en casa
  • Primer paseo por Roma
  • Detrás de cada uno, una historia
  • Deseo de paz en la Fontana di Trevi
  • Compartiendo cena
  • Jóvenes cocineros de San Egidio
  • Dos ucranianas con la sopa típica de su país
  • Llegada a casa desde Ucrania 4 de abril
  • Paseo para conocer la zona de la casa
  • Ucrania, San Egidio y Compañía