
Carta de la Hermana Asunción Codes stj, Coordinadora general de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, con motivo de la festividad de San Enrique de Ossó.
Querida Familia Teresiana:
Como cada 27 de enero, los que formamos parte de esta gran Familia nos sentimos convocados en torno a San Enrique de Ossó. En cualquier parte del mundo donde estamos los teresianos, seguramente hoy, evocamos algún aspecto de su vida, escritos del Solitario, anécdotas del apóstol, sentimientos del amigo de sus amigos, confesiones del hombre de fe o del enamorado de Teresa de Jesús, compromisos del hijo fiel de la iglesia de su tiempo…y juntos lo celebramos.
Este año me detengo en un artículo del Solitario que escribe en la revista teresiana, tres meses antes de su muerte. A estas alturas de su vida, cargada de frutos, de búsquedas, de gozos y de mucho sufrimiento, Enrique de Ossó nos comparte el secreto de ese intercambio amoroso entre él y Dios, que le ha dado grandeza a su espíritu, fuerza, resiliencia, osadía y creatividad. Quienes lo descubren, nos dice San Enrique, y se confían atrevidos a su movimiento, “dan a Dios, y Él les devuelve centuplicado su don: repiten la donación, y otra vez se la multiplica, y en este desafío de generosidades pasan la vida tan perfectos amadores, hasta que una herida de muerte les introduce por fin en la región del perfecto amor. ¡Oh Amadores divinos! … empezáis aquí a vivir de aquella vida de arriba, que es la vida verdadera… vida de amor.”[1]
Así de sencillamente, tres meses antes de ser introducido por fin en la región del perfecto amor, Enrique describe el dinamismo de los AMIGOS DE DIOS, que constituye el secreto de la vida espiritual de todo creyente. Quien descubre por experiencia este “desafío de generosidades”, vivirá en la libertad y el agradecimiento continuo de todo cuanto le sucede, aunque las cosas no salgan como desea. Sin este descubrimiento, vivimos la vida como ciegos y temerosos de dar pasos en cualquier dirección.
En estos tiempos recios que vivimos, como diría Teresa de Jesús, celebramos un año más la experiencia espiritual de San Enrique, raíz y cimiento sólido de todas sus obras, que nos regala, como herencia preciosa, el hombre de fe, el gran AMIGO DE DIOS.
Mi deseo hoy, para todos/as los que formamos parte de la Familia Teresiana de Enrique de Ossó, es que hagamos la experiencia de vivir con una generosidad sin límites en la relación de amor-amistad con Dios, y en la vivencia de una fraternidad universal, que nos compromete a cuidar de nuestros pueblos y ciudades, a entrar por el camino de las alianzas y pactos que aseguran la paz, la educación para la justicia, la economía al servicio de las personas, la reconciliación y la inclusión de los más excluidos y alejados.
Deseo que nuestra Familia Carismática renueve hoy con generosidad el compromiso de encarnar una espiritualidad profunda, contemplativa, liberadora y amorosa, conectada con la vida, con las esperanzas y el sufrimiento de las personas, una espiritualidad que nos HUMANIZA, al modo de Jesús y acompañadas por El.
Y, por último, me gustaría que no hiciéramos estos caminos solos, sino que, iluminados por el movimiento eclesial que estamos viviendo, en nuestra Familia también aprendamos a CAMINAR JUNTOS/AS, a vivir nuestra diversidad como riqueza, a emprender con generosidad nuevas relaciones, nuevos modos de comunicarnos y crear lazos de amistad, para seguir descubriendo otro modo de ser Familia Teresiana en el mundo.
Agradecida por el inmenso don del carisma teresiano de Enrique de Ossó os abrazo a cada uno/a,
Asunción Codes stj