Meditación del Padre Paúl Béré sj, de Burkina Fasso
- "Las siete iglesias del mundo están representadas aquí, hoy como en el pasado, para ser enviadas a los confines de la tierra, a las islas más lejanas de la familia humana. Siguiendo el ejemplo de Juan, estamos invitados a escuchar lo que el Espíritu Santo dice a través de nuestras hermanas y hermanos, compañeros de prueba, de dignidad, de perseverancia. Juan no habló de sí mismo. Transmitió lo que oyó; lo que fue revelado en la visión, por aquella misteriosa voz, poderosa como una trompera. Es la voz del Espíritu Santo.
- Esta voz del Espíritu puede ser como una suave brisa que susrra en los oídos del corazón que escucha. También puede ser como una trompeta que supera el estruendo de las voces del mundo. Esos rumeros que quieren impedir que nos volvamos a Cristo. Esos escándalos que nos impiden escuchar el aullido de las humanidades desgarradas. Pero la voz del Espíritu excitó la curiosidad de Juan para llamar su atención. Se dio la vuelta. ¿Qué has visto?" (...)